jueves, mayo 24, 2012
PENTECOSTÉS: QUE ES Y LO QUE HA DE SER. UN CAMINO PARA ENGRANDECER LA ORACION
Pentecostés representa para los cristianos, el nacimiento de la Iglesia por obra del Espíritu Santo. En ese día el Espíritu de Dios desciende sobre la comunidad de los discípulos, que se encontraba reunida en oración con María, la madre de Jesús y con los once apóstoles, infundiendo sobre ellos sus siete dones y dándoles el valor necesario para anunciar la Buena Nueva; para preservarlos en la verdad, como Jesús lo había prometido (Jn 14.15) y para disponerlos a ser sus testigos; para ir, bautizar y enseñar a todas las naciones.

Cuando meditamos sobre esta sencilla realidad que nos describen los Hechos de los Apóstoles, vamos descubriendo las acotaciones de nuestra Iglesia. Y nos atrevemos a testificar que ella es una Comunidad Santa y  Apostólica, porque esta edificada sobre los dones entregados por Dios y por el fundamento de los apóstoles y de los profetas. Además, afirmamos, que la Iglesia no puede vivir sin este vínculo particular que la une, de una manera viva y concreta a la corriente ininterrumpida de la sucesión apostólica que la hace firme garante de la fidelidad a la fe de los apóstoles.

San Lucas lo subraya en los Hechos de los Apóstoles: «Todos perseveraban en la doctrina de los apóstoles». Es decir, que la perseverancia del estarse y vivir firmemente anclados en esa doctrina es y ha sido una advertencia para la Iglesia de todos los tiempos.

Cuando nos señalan como continuadores de la Obra de Jesús y de Anunciarlo en todos los lugares donde su Espíritu nos lo inspire, No se trata sólo de un escuchar lo que se dice o se hace  como nos lo hablan los Evangelios, se trata de que nos involucremos en el SER protagonistas de esa misma perseverancia profunda y vital experimentada inicialmente por la Madre de Jesús y los apóstoles. Es esta, la exigencia primordial para la vida personal de todos quienes nos hemos dispuesto a seguir tras las huellas de Jesús y ser creyentes.

Cabe entonces preguntarnos hoy: ¿Se halla mi vida verdaderamente fundada sobre la doctrina de los apóstoles? ¿Confluyen hacia este centro las corrientes de mi vida? Es importante que en estos días próximos a esta magna celebración, nos cuestionemos.

Miren, la Iglesia es santa, y esta santidad no es el resultado de su propia fuerza; esta santidad brota de la conversión personal y de una vida en común unión al Señor. La Iglesia mira al Señor y de este modo donde se transforma y se  hace conforme a los mandatos de Cristo.

La perseverancia es la condición esencial de la estabilidad de la Iglesia, de su fecundidad y de su vida misma de ella a través de los tiempos.

Cuando nos unimos en comunidad y celebramos la Eucaristía, experimentemos  con nuestros los ojos el Misterio que ella nos encierra. Comprendemos que la celebración que ella nos muestra, no ha de limitarse a la esfera de lo puramente litúrgico, sino que ha de constituir el eje de nuestra vida personal.

Así como ese día de Pentecostés, el Espíritu penetro en una comunidad congregada en torno a la oración y perseverancia de los apóstoles, así mismo debemos nosotros hoy mantenernos unidos en una comunidad que persevera en la oración.

San Pablo nos exhorta basado en ese  mismo pensamiento: “Cuando el centro de la vida está fuera de mí, cuando se abre la cárcel del yo y mi vida comienza a ser participación de la vida de Otro - Cristo-, cuando esto sucede, entonces se realiza la unidad”.

La apertura de la vida, exige un camino de la oración, exige no sólo la oración privada, sino también la oración Sacramental y Eucarística, donde verdaderamente establezcamos una unión real y estrecha con Cristo.


SEÑOR, ENVÍA HOY TU SANTO ESPÍRITU SOBRE TODOS QUIENES VIVIMOS Y TRABAJAMOS EN EL AVIVAMIENTO DE TU IGLESIA EN EL MUNDO, ENCIENDE A DIARIO EL FUEGO DE LA PASION, LA PERSEVERANCIA Y LA DECISIÓN.


 
posted by Laureano García Muentes at 7:36 a.m. | Permalink |


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