“Bienaventurados
los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.”
(Mat 5:3)
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Sorpresivamente interrumpimos la conversación al mirar el paso de un indigente
con un semblante de cansancio y de edad avanzada quien llevaba sobre sus hombros
un costal a reventar lleno de desechos y en su otra mano una botella de licor
principiada.
Sin perderlo de vista en silencio lo mirábamos sin
hacer ninguna clase de comentarios.
Toqué entonces el tema de la pobreza que vivimos en
nuestro medio y de la necesidad que tenemos como cristianos de trabajar hombro
a hombro para insertarnos en las comunidades pobres y en todos los estamentos
sociales y gubernamentales para buscar soluciones a esa gente necesitada del
amor, justicia y misericordia.
Le dije. Señora fíjese como son las cosas. Ese
hombre que paso cabizbajo, reflejaba en su rostro la tristeza y quizás las
frustraciones de no haber logrado obtener lo que quería para sí. Debe llevar
hambre y sueño por el trasnocho que tuvo que soportar al ir rebuscando entre
las basuras lo poquito que lleva y que le pueden comprar. ¿Se dio cuenta que
además del costal cargaba en su otra mano una botella de licor ya empezada?
¿Ira Ingiriendo licor tan temprano?
Me dijo entonces la señora: Mire señor, cuantas necesidades tiene la gente de
esta ciudad. Ese señor debe ir haciendo eso para mitigar sus penas y
necesidades. Cuantos son los que andan así en nuestra ciudad. Pero mire, la
clase política que nos gobierna, que conoce esa situación no hacen nada, solo
se hacen los de las orejas sordas. Hay tanta pobreza que muchos de ellos para
lograr lo necesario salen a las calles a robar y hasta matar para llevar a su
casa lo necesario del día.
Ya no existe ley que no violen. ¿No ha visto eso en los periódicos y en la
televisión? No hay respeto y existe mucho desorden social. En los barrios
proliferan las pandillas, ya no se puede salir a la calle ni sentarse en las
terrazas de las casas por tanta inseguridad. Yo le respondí: Si señora es
verdad. Parece ser que nos hemos ido olvidando que Dios es y ha sido todo amor
en todas las circunstancia de la vida y es allí precisamente, donde nacen todas
estas clases de situaciones.
Le continúe diciendo: Es tan cierta mi afirmación que la juventud de hoy ya no quiere conocer a Dios. Y es que la clase política y social es responsable de ello. Recuerda que antes en las Instituciones Educativas existía la cátedra de Religión y ya eso se acabó. Ya no hacen ni se interesan en hacer actividades religiosas con los alumnos porque los gobernantes implementaron leyes que echan a un lado esta asignatura. Tenemos que hacer algo.
Me dice la señora: Cuán importante es la Biblia. A lo que le respondí: Si
señora. Pero no solo es eso, debemos tenerla en nuestras casas y leerla todos
los días, conocer su contenido, discernirlo. Pero lo más importante es aplicar
donde nos encontremos esa enseñanza que nos transmite. Siendo testigos de esa
sabiduría y ese amor que Dios nos transfiere a los hombres.
Mire
como es de sanador
el recordar cómo Dios se siente frente a estas situaciones. Recordemos lo que
nos dice la Biblia a cerca del pueblo de Judá cuando también vivía situaciones
muy similares a las nuestras: En uno de los apartes podemos leer y meditar sus
palabras cuando nos dice: "Yo mismo voy a buscar a mi rebaño y me ocuparé
de él".
Nos envía a su Hijo Unigénito, Jesús el Salvador como el perfecto Buen Pastor.
Él nos recoge y suavemente nos abraza, besa nuestras heridas, y nos lleva a
donde necesitamos ir, mientras descansamos y nos recuperamos.
Para descansar verdaderamente en los brazos del Divino pastor, nosotros necesitamos perdonar a quienes nos han tratado mal.
Sólo Jesús nos puede llenar el corazón de amor si nosotros se lo permitimos. Sólo con Jesús podemos encontrar
verdes praderas, aguas tranquilas, y la reparación de nuestras fuerzas siempre
que lo necesitamos. Sólo con Jesús
podemos encontrar el sendero correcto en medio de nuestros valles
oscuros. Sólo con Jesús pueden nuestras
vidas derramarse de bondad y de misericordia hacia los más pobres e indefensos;
aquellos como ese hombre que hemos visto a quien no le hemos tendido la mano y
brindarle nuestra ayuda Para descansar verdaderamente en los brazos del Divino pastor, nosotros necesitamos perdonar a quienes nos han tratado mal.
Me dice la señora: ¿Señor usted porque sabe estas cosas? Le respondí: Desde
hace doce años pertenezco a una comunidad religiosa llamada Salvatorianos
Laicos. Nuestro compromiso es vivir y asumir la vida poniendo en práctica los
Valores del Reino de Dios en medio de todas las actividades que desarrollemos
en el campo social; induciendo a los hombres y mujeres, niños y niñas a realizar
una vida moldeada por las manos de Dios para brindar asistencia y
acompañamiento al pobre y necesitado a la manera como Jesús lo concibió y como
el Fundador de la Sociedad del Divino Salvador Padre Francisco María de la Cruz
Jordán nos dejó como herencia perpetua.
Me dijo: Que interesante. Y donde se encuentran ustedes, A lo que le dije: Estamos en varias ciudades de Colombia y del mundo, aquí en Cartagena, nuestra sede es en el barrio de Manga, puede averiguar por nosotros en la Parroquia Santa Cruz de Manga.
Señor, Dios le siga llenando de su sabiduría, narrare a otros esta linda
experiencia vivida y les invitare a que les visiten o se pongan en contacto con
ustedes.
Tomando su turno con el Médico general, entro a su cita y nos despedimos.
OH SEÑOR QUE GRANDE ERES, TE MUESTRAS
EN MEDIO DE TODAS NUESTRAS CIRCUNSTANCIAS DE LA VIDA. GRACIAS POR TU INMENSO
AMOR.