domingo, marzo 27, 2011
LLENEMONOS DE ALEGRÍA EL CORAZÓN ACEPTANDO A JESUCRISTO COMO EL SEÑOR Y SALVADOR

El tiempo que vivimos es un tiempo de gracias que nos regala el Señor. La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
Los invito a que propiciemos encuentros personales con Jesús y busquemos espacios solitarios para sentirnos cerca de Él.

La lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos Cap. 12, 18-19, 21-24 nos ayuda a encontrar el mensaje que Dios quiere darnos a todos aquellos que hemos tenido la posibilidad de reconocerle como nuestro Señor y Salvador. Es un mensaje claro que nos trasborda a percibir el sentido de la fe.

Miren, cuántas veces hemos creído que el fundamento de la fe cristiana es el temor a Dios, así, de esa manera, desde pequeños, no lo han inculcado; y recuerdo perfectamente cuando quienes estaban de una manera cerca a nosotros nos decían: “Hay que temer a Dios, porque ÉL es terrible en sus castigos”.

Y no solo nosotros lo hemos vivido. Cuando leemos la Biblia podemos encontrar muchas narraciones que señalan hechos que se refieren a aquellas personas que vivieron la gran liberación de Egipto, esos hombres y mujeres Israelitas que estuvieron en el Éxodo que lideró Moisés para lograr el encuentro con Dios en el monte Sinaí.

Ellos, una vez son liberados, se comienzan a organizar como pueblo de Dios y es Dios mismo quien les entrega la Ley a través de Moisés. Una ley que les servirá de ruta o de manual de instrucciones que les ayudara a discernir la voluntad de Dios para con ellos. Pero sin embargo, la relación con Dios no deja de ser distante.

San Pablo en su carta a los Hebreos nos habla de una revelación de Dios en Jesucristo totalmente distinta a los que vivieron la Antigua Alianza. Primero nos dice: “Ustedes no se han acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de las trompetas: ni habéis oído aquella voz del pueblo que al oírla pidió que no les siguiera hablando. Y tan terrible era el espectáculo que Moisés exclamo: “Estoy temblando de miedo”.

La carta de San Pablo nos resalta entonces, que lo acontecido con Jesucristo, nuevo liberador, nuevo legislador, nuevo Moisés, no es intimidante, es esperanzador porque supera con creces todo lo que habíamos visto en la antigüedad.
Si, Quien cree en Jesucristo sabe que camina hacia la Jerusalén celestial, camina hacia el encuentro definitivo con el Dios que es todo amor. Es ahí donde se fundamenta nuestra esperanza Cristiana.

Por ello, nunca está de más darle gracias al Señor en todo momento. En medio de nuestros afanes y situaciones difíciles digámosle:

SEÑOR, TU ERES MUY IMPORTANTE PARA NOSOTROS, SANA NUESTROS CORAZONES, GRACIAS POR SER NUESTRO COMPAÑERO Y AMIGO FIEL.
 
posted by Laureano García Muentes at 2:03 p.m. | Permalink |


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