lunes, abril 12, 2010
SIGAMOS SOÑANDO Y LUCHANDO POR AQUELLO QUE HEMOS QUERIDO ALCANZAR

Cuando vivimos sin ilusiones, la vida se nos amarga y se hace una tragedia. El no tener sueños, ilusiones que nos hagan señalizar la vida es terrible, por que así vivimos en la nada y encerrados en nuestros propios egoísmos.

De verdad, es terrible que cada día nos levantemos y no tengamos un norte a donde encausar nuestra barca, o en otros términos, soñar e ilusionar emociones que nos hagan vibrar nuestro corazón. El que vive así, lo hace como aquel que va cayendo en un abismo muy profundo y que a pesar de sus pocos esfuerzos, no se detiene ante la amenaza de estrellarse contra algo muy doloroso.

Si, no nos digamos mentiras. Quienes experimentan esta vida, no saben que hacer y sienten que con el paso de las horas y de los días, sus vidas se hallan en un gran vacío, una inseguridad y perciben que a cada instante, se les agota.

Nuestra sociedad actual vive bajo la conjetura de lo económico y se aparta cada vez más de la presencia viva del Resucitado. Se ha olvidado del hombre que vive, sueña y tiene ilusiones. Para ella, estos que viven así, ya están devaluados y pertenecen a otras épocas.

Vean. Estamos frente al gran imperio del dinero y de lo mundano. No nos percatamos que frente a ellos, nuestras vidas se revuelcan y nos lanzan al dolor. Es esté el imperio de lo vano, de lo superficial, de lo vacío; de él emerge un valor intrínseco que vuelve loco a la gente: él que lo posee, es el más importante y el más trascendental.

¡Cuanto nos cuesta dejarlo todo y creer! ¡Como nos dejamos engañar y arrastrar por las cosas del mundo!. Si, las dudas de mirar hacia delante nos opacan y no nos dejan levantarnos y ni soñar, eso es lamentable. Veamos. A pesar de notar que a nuestro alrededor existen evidencias que son irrefutables de cambios, de sueños, ilusiones y esperanzas, tenemos miedo al riesgo y a enfrentarnos a nuestras realidades. Nos hacemos los orejas sordas, escasos de amor y hasta aislados de la comunidad, solo porque le tenemos miedo y temor del cambio.

Hoy todos estamos llamados a soñar y luchar por aquello que siempre hemos querido alcanzar. Miren, tenemos la necesidad de vivir la fe, no solo como personas, sino como comunidad. Para ello, se hace importante orar con constancia a Dios y colocar en Él toda nuestra confianza a pesar de que hoy vivamos la cultura del individualismo.

SEÑOR, PERMITE QUE TODOS SEAMOS SIGNOS DE ESPERANZA Y DE TU AMOR EN EL MUNDO DE HOY.
 
posted by Laureano García Muentes at 9:20 a.m. | Permalink |


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