sábado, diciembre 13, 2008
JESÚS NACE PARA VIVIR Y REVITALIZAR LA ESPERANZA

La navidad nos ha de acercar a todos los hombres en el mundo a la vivencia plena del acontecimiento salvífico, autentico y esperanzador que nos da Jesús, al nacer y vivir entre nosotros.

Su envío como Hijo de Dios, nos ha de llenar de esperanza y revitalizar nuestras vidas haciéndola dinámica hacia la transformación de nuestro espíritu y de esas realidades ficticias que nos hemos fundado y apegado tanto en el corazón y que nos alejan de Dios.

La Natividad de Jesús cada año, además de una celebración universal, es un tiempo especial de gracia que nos regala la Iglesia de Dios para que de verdad nos hagamos discípulos auténticos de Jesús y con Él en nuestras almas, vayamos generando cambios en nuestra vida personal y de familia, de tal manera, que sea testimonio de fraternidad, signo de unidad y prospere en la fe, el perdón y la reconciliación.

El tiempo de adviento está centrado en rehacer la esperanza del hombre y en la preparación de su interior para que en su corazón su fe se fortalezca.

Somos muchos los que quizás nos preguntamos: ¿Cuando miramos el mundo actual, lleno de violencias, mentiras, placeres sin sentido, lágrimas, sufrimientos, será que es posible atrevernos a decir que el Señor sigue ahí incesante y silenciosamente viniendo a este mundo?

Quienes así lo afirman parece que les hace falta mucha fe para decirlo. Sin embargo, los que seguimos a Jesús tenemos que afirmarlo y creerlo. Sí, el Señor viene poco a poco, muy misteriosamente. No viene todavía como juez; esto será al final de los tiempos. No viene tampoco como un simple galileo, como la primera vez. Viene como el Resucitado, que lleva a cabo en los hombres su obra de salvación.

Jesús viene en la suavidad y la paciencia, sin nada de espectacular, en un respeto total a cada uno de nosotros. Sin ninguna violencia, sin astucia, sin privar a nadie de su libertad, logra de una forma maravillosa venir poco a poco al corazón de los hombres. Es una formidable partida que se juega, en la que Dios se muestra en su mansedumbre, su perseverancia, su conocimiento del corazón humano. Lo que un hombre deshace por la violencia, otros, llamados por El, lo construyen mejor en la paz. Lo que un hombre destruye por sus excesos, otros, llamados por El, lo rehacen con la fuerza del amor.

Que el espíritu alegre y fraterno con el que vivimos la Navidad sea la contraseña que nos haga comunicar y vivir el amor de Dios en medio de toda desesperanza.

SEÑOR, TU NACIMIENTO NOS INVITA A COMUNICAR LA VIDA Y EL AMOR A TODOS AQUELLOS QUE AÚN NO TE CONOCEN.
 
posted by Laureano García Muentes at 1:04 p.m. | Permalink |


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