Si nos apartarnos a un lado y dejamos que los vientos de tristeza nos arrastren por los caminos del desanimo renunciando así, a los anhelos que hemos soñado y nos decidimos a buscar salidas ligeras, utilizando fantasías superfluas y torcidas, nos vamos acercando a la destrucción de nuestro ser y apartando cada vez más de los destinos que Dios ha señalado para el hombre.

Caminar hacia la perfección ha de ser desde ya nuestro ideal; para ello, se hace necesario fortalecer nuestra amistad con Dios y buscar con la ayuda de su Espíritu Santo unos planes de vida que nos ayuden a realizar encuentros personales con Cristo, para así, salir fortalecidos con actitudes guerreras que nos vayan apartando de las penumbras y medias luces que van brotando de la vida.

No somos perfectos pero debemos luchar por dar lo mejor de si a favor de nuestro proyecto de vida, favoreciendo de igual manera a los pobres y necesitados; los cuales, Dios nos lo ha puesto en el camino. Caemos fácilmente y con la fuerza que tiene el pecado nos vamos impulsando hacia la destrucción del ser. Pero, allí es precisamente, donde debemos luchar permanentemente colocando nuestras vidas en las manos de Dios, para que nos ilumine y proteja; y con Él, podamos realizar el deseo de constituirnos personas libres que caminan con la seguridad de alcanzar las metas perfectas.

Requerimos ser constantes y filiales a Dios comprometiéndonos con la vida a realizar todos esos sueños e ilusiones que nos planteamos, glorificándolo y haciendo su voluntad.

La voluntad de Dios es que seamos felices y que hagamos sacrificios para encontrarla en su plenitud.

Los cristianos somos gente que vivimos a la manera de Jesús, que vivimos seguros que no hay nada mejor que seguir sus huellas y sabemos que con Él el sentido de la vida no está en este mundo, ni mucho menos en aquello que se nos vende a diario como felicidad.

Hablamos de un Jesús vivo presente en nuestros ideales y sueños, que enseña a amar, que nos llena de sentido la vida y nos invita a comprometernos para alcanzar la verdadera libertad.


SEÑOR, QUE BUENO ES QUE COMPARTA MIS EXPERIENCIAS DEL ENCUENTRO CONTIGO CON TANTOS HIJOS TUYOS QUE QUIEREN AMARTE.