Hoy vemos muchos hombres afanados por buscan a un Jesús que le responda a sus necesidades, ansias de poder y riquezas, olvidándose que Él es la fuerza espiritual que seduce y nos conduce por el camino de la verdad y de la vida.
Así, envueltos en esa polvareda de ambiciones que les impiden ver el camino que los ha de arrastrar a los deseos de Dios, recurren a terceros, los que llenos de embrujos y sofismas estimulados por el vicio y la avaricia, los engañan con creencias y hábitos extraños que les incitan y les debilitan la fe.
Parece ser que las cosas del mundo y las apetencias mundanas, son un interés común y se olvidan que existe un Dios vivo y presente entre nosotros, que está frente a frente a nosotros deseando que nos desprendamos de esos pensamientos y costumbres, lo descubramos, le escuchemos y le sigamos asumiendo una vida distinta y un compromiso personal de ir modificando nuestras prácticas, mañas y placeres vanos.
No pensemos que esto nos ocurre ahora en estos tiempos, ¡No!, lo notamos en las Santas Escrituras y más exactamente en el Evangelio de San Juan Cáp.6, 22-29 cuando a Jesús se le acercaron un grupo grande de personas después que Él realizó la multiplicación de los panes y peces y Él con autoridad les dijo: “Me buscáis, no porque habéis visto signos de quien soy, sino por el interés y porque comieron pan hasta quedar saciados”.
Cuantos hoy queremos comprar un milagro de Jesús y recurrimos a colocarle veladoras y hasta realizar novenas, sin hacer el buen uso de las formas religiosas que han de expresar nuestra fe y cuando no vemos sus efectos, nos enojamos y hasta nos distanciamos de nuestra religión.
Jesús es el pan que nos da la vida, la esperanza y nos llena de fe. Él, nos alienta la alegría y nos aparta las tristezas y desencantos. Él es el alimento que perdura para la vida eterna.
No permitamos que los afanes del mundo nos distraigan y desvíen de la presencia de Dios. Oremos y pidámosle que nos llene de su Espíritu Santo para que comprendamos que la vida cristiana no se caracteriza con el deseo desmedido de poseer y acumular riquezas, sino que ha de estar centrada en el amor y la caridad.
SEÑOR, TU NOS CONOCES Y SABES NUESTRAS NECESIDADES. AYUDANOS A SER COMO TU QUIERES Y QUE TE SIRVAMOS DESINTERESADAMENTE.
Creo que el problema de millones es que no han nacido de nuevo. Tienen vida material pero no tienen vida espiritual. Esta vida espiritual la da Cristo y el primer paso es reconocerse falto de Espíritu Santo ("Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo."). El segundo es reconocer a Jesús como el único que tiene el poder para transformarte y darte vida espiritual.