viernes, diciembre 01, 2006
EL DAÑO QUE OCASIONAN LOS CHISMES
Cuantas veces hemos escuchado de personas expresiones como estas: “ Don fulano,
¡ no !, ni me hables de él” y a estas palabras, le añaden recuentos y descargas que llevan impregnado el odio, la envidia, la ingratitud, la falta de amor, etc.

Hoy me puse a pensar cuanto daño han ocasionando los chismes y comentarios mal intencionados de personas marcadas quizás, por sus inseguridades internas; que viven con el animo de crear divisiones e inestabilidades contra personas honestas, que se entregan a una obra, un servicio o un trabajo, realizándolos de una manera integra, transparente y participativa, siendo su único objetivo el bien de una Empresa, Sociedad o Comunidad.

Pedí a mi Dios, la inspiración y la sabiduría para orientar mis comentarios; tomé la Biblia y busque pasajes referentes a la reflexión que quería hacer, encontrando expresiones significativas que cristianos de Corintios tuvieron hacia Pablo, quienes se rebelaban abiertamente contra él y trataban de arruinar su autoridad ( Segunda carta de San Pablo a los Corintios), como estas: “¿Pablo?, ¡ ni me hablen de ese hombre !, dice si y no al mismo tiempo, no tiene palabra”.
Fueron tantos los comentarios de mal gusto, que hicieron mucho daño al nombre de Pablo que sus calificativo corría de boca en boca por toda esa comunidad. Él, no podía ni salir a la calle, ni mucho menos dejarse ver.
Y como no podía enfrentarse a sus oponentes cara a cara, tuvo que escribir ésta segunda carta que contiene lo que él siente y sufre con tanta incomprensión y así, defenderse.
Consecuencia: Pablo afeado y maltratado por los chismes mal intencionados.

Igual le paso a Jesús, cuantos chimes no dijeron de Él, lo señalaban de que “estaba poseído por el demonio”, que había “perdió el juicio”, que “engaña al pueblo”, “era un comelón y bebedor”, etc.

Haciendo alusión a este tema, recordé la historia de un gran amigo y compañero que vivió los efectos de los chismes mal intencionados. Un día en una reunión oí decir de él algo que había realizado mientras trabajaba para su comunidad. Cuando de pronto escuche de una mujer esta expresión: “¿ Julio Enrique?, ¡ Ni comentes nada de él, nadie quiere ni escuchar su nombre”, y la que escuchaba pregunto: ¿ Que le pasó ? y de inmediato replico quien se expresaba: “Pues mira, ven para acá que te voy a contar lo que pasa… Y esa persona, comenzó a descargar el odio que tenía y un sin número de cuentos sobre Julio Enrique, que quedo estupefacta.

Y…al terminar el cuento, con una sátira envenenada le decía: “Te advierto, no se lo vayas a contar a nadie, ves que te lo advierto”, y en menos de dos horas ya toda la comunidad lo sabía y comentaban esos chismes mal intencionados.
El nombre de Julio Enrique, volaba de boca en boca, regándose como una polvareda en toda la comunidad quedando por el suelo.

El resultado fue funesto, Julio Enrique, tuvo la necesidad de retirarse a pesar de que nada de lo que habían contado de él, era cierto; pues no le era posible quedarse allí donde no había honestidad, amor, veracidad, respeto.

Si comparamos estas dos historias, podemos ver la similitud en la narración y notaremos cuanto daño ocasionan los chismes al buen nombre de las personas.
Habemos muchos hombres y mujeres que no ven mas que la basura que hay en los ojos ajenos y no ven la basura que hay en sus propios ojos. Si los miembros de la comunidad a la que Julio Enrique pertenecía, se hubiese percatado y puesto en practica lo que nos habla el Evangelio de San Mateo Cáp. 7.1-5; 7,12 antes de la escucha de los chismes, seguramente hubiesen rechazado esos comentarios.

Te invito a reflexionar sobre este hecho real y a que te preguntes si alguna vez alguien te a arrojado algún chisme sobre ti, mientras los que te cuentan tienen impregnado sus ojos de basuras.

Recuerda Jesús nos pide actitudes practicas para corregir estos males que dañan y desmoralizar a la sociedad.


SOMOS SEGUIDORES DE CRISTO TRANSFORMADORES DE LA IGLESIA Y LA SOCIEDAD.


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posted by Laureano García Muentes at 6:53 a.m. | Permalink |


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