Después de realizar una reunión del sector San Lucas del cual soy Coordinador, (barrio de Manga en Cartagena Col.), se me acercó una mujer que traía en brazos a uno de sus hijos casi llorando. Y con su voz apagada me dijo: Mire señor, Las veces que usted a celebrado reuniones con nosotros lo he estado escuchando con mucha atención y me parece una persona en quien se puede confiar. Quiero hoy contarle mi historia.

Le dije que si quería ya, o en el pequeño parque donde celebramos la reunión, me dijo: Si. Allí. Así que nos sentáramos en una de sus bancas, y le dije: Te escucho mujer.

Le pregunte su nombre y me dijo que se llamaba Esperanza, contándome que vivía sola en un pequeño apartamento con sus dos hijos pequeños, uno de 10 años y este que tenía cargado de tres.

Le pregunte por su esposo, y me dijo: Precisamente de ello es que me voy a referir. Le dije cuéntame. Y comenzó su historia así: “ Cuando me case con Pacho, éramos muy pobres, pero vivíamos felices. Ambos trabajábamos mucho, el vendiendo lotería, chances, rifas, etc. y Yo, lavando ropa y planchando a domicilio.
Ahora tengo mi pequeño apartamento todo lo necesario; como son los muebles, el televisor, equipo de sonido, estufa, etc., pero, no tengo vida (llorando), Le dije. ¿Aja y por que? Me comenta: La felicidad que entró por la puerta del frente, huyó por la puerta de atrás. Mi marido, se volvió irresponsable, se apasionó de otra mujer, huyó de la casa, me dejó sola con mis dos hijos y todo lo que gana se lo lleva para donde la otra. Claro, él ahora me manda desde esa casa el dinero que necesito para comer y un poco para pagar los servicios.
Sabe una cosa, Me dijo. Aunque no me falta nada, siento que mi vida no tiene sentido. Si no tuviera mis dos hijos, no se si estaría viva todavía”.

Estos casos de la vida me conmueven y me dejan inquieto sobre la actitud que debemos asumir como Cristianos.
Los hombres van tomando libertades fuera de limites sin importarles las consecuencias que se le pueden presentar más adelante con sus hijos y convierte a su familia en una fuente de desgracia, claro está, en este caso, aún sin el crimen, como es el caso de Esperanza, quien tácitamente lo manifiesta su pensamiento.

Hay hombres que descaradamente piensan y se expresan de esta manera: “No estoy casado, solo convivo con ella”, “La que me conseguí, es muy bonita y mi cuerpo la desea”. “ Como voy Yo a desaprovechar estas oportunidades que se me presentan, después me dicen los amigos que soy un pendejo”, “ No le estoy haciendo daño a nadie”, etc. ¡ Cuanta irresponsabilidad !.
¿Cuántos matrimonios han fracasado por esas actitudes de los maridos y las esposas?.
Algunos dicen que la Biblia no le da a la mujer el valor que ella tiene. Solo ve en ella el peligro para el hombre. Otros opinan diciendo que el hombre es libre para hacer lo que quiera y para tener sus experiencias, que la novia ha de ser virgen para poderla aceptar como tal.
Si vemos los programas en televisión, o leemos la prensa, vamos al cine o inclusive en muchos grandes almacenes, utilizan a la mujer para sus medios publicitarios, algunas veces con poca ropa o sin ella y afirman públicamente, que sin la figura de la mujer de esa manera nada venden.
Que lastima, la mujer ha sido convertida en instrumento pornográfico y de lucro.
Me pregunto, que podríamos hacer para impedir ese abuso?. ¿Qué respuesta podríamos darle a nuestros hijos y futuras generaciones sobre esas actitudes de muchos hombres?.
Jesús en su época, tomó algunas actitudes que nos enseñan como contrarrestar esa imperfección de la sociedad actual y que hacen tanto daño a nuestra vida familiar.
Leamos Mateo 19. 1-12; Mateo 5. 27-31; Marcos 10. 7-9. Y pleiteémonos algunas actitudes que debemos tomar de hoy en adelante.


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