jueves, noviembre 09, 2006
CUANDO UN GRANO SE CONVIERTE EN ARBOL
CUANDO UN GRANO SE CONVIERTE EN ARBOL

Pensaba en los días cuando nos preparábamos para realizar la boda de mi hija María Margarita con Jairo, que una de las cosas que más rápido pasa, es el tiempo. Y de ello, solo nos percatamos cuando se nos presenta eventualidades donde reconocemos que lo hecho en la vida, no ha sido suficiente.
Y me decía para sí: ¡ Caramba, como se nos ha ido el tiempo y sin darnos cuenta !,
Muchas situaciones en la vida de matrimonio han transcurrido y posiblemente no las hemos sabido aprovechar como oportunidades que se dan para fortalecer la unidad familiar. Y me digo hoy, que lastima haber perdido tanto tiempo,

Me parece ayer, cuando Mary y Yo nos casábamos e iniciábamos este viaje lleno de fantasías, sueños e ilusiones. Parece ayer, cuando nacieron nuestros hijos Fernando, Liliana y María Margarita. Parece ayer, cuando nos afanábamos los dos en criarlos y darles la mejor educación. Parece ayer, cuando vivimos junto a ellos, esa alegría inigualable de jugar y degustar su calor, amor y cariño. Me parece ayer, cuando vimos que se nos iban casando y yéndose de nuestra casa.

Cuantas y cuantas cosas han sucedido dentro de esta vida familiar y en la crianza de nuestros hijos, que hoy me hace recordar ésta anécdota:
Una tarde de hace ya varios años (aún jóvenes), me decía a Mary cuando sentados en el balcón de nuestro apartamento, descansábamos de la jornada diaria: ¡ Oh Lau, como será esos días cuando ya estemos viejitos y nuestros hijos se casen y organicen sus vidas?. Sabes, quisiera que para esa época estemos juntitos amándonos mucho y viviendo en una casa grande con muchas piezas para hospedar en ella a nuestros hijos y nietos, un gran patio, para sembrar en él, tener nuestras gallinitas de cría y colocar tus pajaritos debajo esos árboles frondosas.

Y le decía, muy apesarado: ¡ Mira Mayi, aún nos hace falta mucho tiempo, apenas estamos organizándonos y viendo crecer a nuestros hijos.
Cuanto tiempo aún nos hace falta para cumplir esos deseos, debemos empeñarnos en darle a ellos toda la educación que requieran y enseñarles que nos valoren, para cuando sean ya mayores, no nos olviden.
Mirábamos el transcurrir de los años lentos y muy lejanos; y de veras, así lo eran, porque en nuestra mente existía ese pesimismo galopante que nos hacía suponer que nunca los sueños los llegaríamos a realizar.

Y te digo, con mucha sinceridad, que Ella y Yo, añorábamos que nuestros hijos perduraran cerca de nosotros y que al casarse, vivieran muy cerca y compartiéramos juntos sus ilusiones y sus esperanzas, en fin… pensamientos que a la larga son imposible vaticinar.

Bueno, nos llegaron esos años y vemos que las ilusiones de ayer toman vigencia hoy. Ya estamos despidiendo a nuestra última hija quien se va a casar y organizar fuera de nuestra casa, en Bogotá.
Primero lo hizo Liliana mi segunda hija, se caso muy joven y se fue a vivir a Bogotá. Ella, muy organizada con un buen esposo y tres hijos muy queridos Camilo, María Fernanda y Thomas. Años más tarde, se casa Fernando un joven Psicólogo de un corazón noble y sencillo y como los anteriores, se radica en Bogotá, tiene con su esposa un niño muy hermoso llamado Samuel.

Nuestros sueños y todas aquellas viejas añoranzas se nos han ido esfumando con el tiempo y en ese horizonte frió de la vida.
¡ Como no soñar, si en los sueños se cimienta la felicidad !. Me digo para sí.
Como quisiera devolver todo ese tiempo y hacer que éste, avance muy pero muy lentamente. Pero veo que a la larga no puede ser así. Ya todo lo que hemos vivido en casa como padres e hijos y que fuimos formando con mucho amor y esfuerzo, se ha constituido en la historia de la familia.

Y ésta historia vuelve a repetirse. Hoy somos nosotros y ellos serán después. Reconozco hoy, que también las han podido vivir así nuestros padres, quienes soñaban tenernos siempre a su lado, pero…las cosas no son así. El tiempo suele traer consigo muchas situaciones en donde Dios es quien decide y tiene la última palabra.

El grano sembrado por mi padre en el vientre de mi madre, germinó, creció y se ha convertido en un gran árbol donde anidan los pájaros y se cobijan los que a él se acercan. ¡ Esta es la historia de nuestra Familia !.

Oro en estos instantes al dueño de la vida y le pido que nos siga bendiciendo y brindándonos fortalezas para llenar de alegría y de gozo nuestras nostalgias y con Él, continuar el camino que nos ha señalado como padres.


Atrévete a contar tu historia y verás lo que Dios te tiene reservado,
Toma el texto del Evangelista San Mateo Cáp. 13, 31- 43 El grano de mostaza y léelo, reflexiona su contenido.


Laureano García Muentes SDS.
Noviembre 2 del 2.006
 
posted by Laureano García Muentes at 7:35 a.m. | Permalink |


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