"El Señor es quien salva a los justos"...Salmo 37
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Viernes 31 de Enero del 2025
En el Evangelio de hoy tomado de Mc 4, 26-34 Jesús invita a trabajar en la construcción del Reino de Dios con pequeños gestos, palabras sencillas y acciones humildes para que sean potenciales de crecimiento y transformación entre el suelo fértil de la humanidad.
Dice el texto del Evangelio que Jesús le dijo a la multitud: "El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega". Mc 4, 26-29.
Este pasaje del Evangelio de Marcos refleja la realidad del Reino de Dios como un proceso misterioso y gradual. Jesús nos muestra que el crecimiento del Reino no depende de nuestros esfuerzos inmediatos o de nuestra comprensión total, sino de la acción de Dios que actúa de manera silenciosa y poderosa. A pesar de que el hombre siembra, no sabe cómo el grano crece, y esto nos recuerda que el Reino de Dios no está bajo nuestro control, sino que es Dios quien lo hace crecer, según su tiempo y voluntad.
El ejemplo de la semilla también nos invita a confiar en el proceso. Al igual que el agricultor, nuestra tarea no es hacer que el Reino crezca a la fuerza, sino ser instrumentos disponibles y confiar en que, aunque no siempre veamos resultados inmediatos, el Reino de Dios sigue adelante y dará fruto a su debido tiempo. La referencia al momento de la siega también nos recuerda que el Reino tiene una culminación, un propósito final que será revelado en su totalidad cuando llegue el tiempo señalado por Dios.
Este evangelio nos invita a vivir con esperanza y paciencia, confiando en que, aunque no comprendamos todo lo que sucede a nuestro alrededor, Dios está obrando y el fruto llegará en su momento.
Jesús nos enseña la
importancia de lo pequeño. Hay que ser fieles en lo poco. En lo cotidiano estamos
haciendo crecer la dinámica del amor que es el Reino de Dios. Nadie conoce las
buenas consecuencias de una sonrisa, de una palabra de aliento, de un
compromiso cuidado y constante. Se siembra una semilla pequeña, pero queda ahí
y crece. ¿Qué siembro yo, inconstancias y discordias o ilusión por Jesucristo?