"Alaba, alma mía, al Señor"...Salmo 146
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Domingo 10 de Noviembre del 2024
En el Evangelio de hoy tomado de Mc 12, 38-44 nos muestra una dura crítica que les hace Jesús a a los Escribas y Fariseos. Así lo narra el texto del Evangelio que: "Jesús enseñaba a la gente y les decía: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad”. Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir”. Mc 12, 38-44.Este Evangelio nos ofrece una lección sobre lo que es la humildad y la generosidad.
Jesús nos advierte sobre la ostentación para que no busquemos en nuestras comunidades reconocimiento y lugares de honor. Él nos pide servir a los demás y en especial a los más necesitados con acciones humildes.
Consideremos el valor del sacrificio como una parte esencial de nuestras acciones. En este contexto, observamos cómo la viuda no dio de lo que le sobraba, sino de lo que tenía, entregándolo con todo su corazón. Con este gesto, reflejó una confianza absoluta en la Divina Providencia y un amor genuino hacia Dios, sin pretender ningún reconocimiento social.
Preguntémonos: ¿Damos de lo que nos sobra o de lo que realmente importa? ¿Buscamos el reconocimiento de los demás, o actuamos con un sentido sincero de servicio y amor? Recordemos que Dios mira el corazón y no las acciones externas. Él siempre nos anima a vivir de manera consecuente, con humildad, generosidad, y una fe genuina que se refleje en nuestra vida diaria.
Señor, danos tu gracia para transformar nuestros espíritus a la generosidad viviendo en una constante preocupación por los intereses y necesidades de los demás, de manera muy especial por los mas necesitados. Que nuestros actos de servicio y caridad no sean para buscar ventajas y satisfacciones personales para llamar la atención sino con amor desinteresado.