"Guíame, Señor, por el camino eterno "...Salmo 139.
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Viernes 4 de Octubre del 2024
Hoy celebra la Iglesia a San Francisco de Asís. Nació en Asís, Italia en 1181 ó 1182. Pertenecía a una familia noble. Fue un santo que vivió tiempos difíciles de la Iglesia y la ayudó mucho. Tuvo muchos seguidores y algunos querían hacerse discípulos suyos. Su primer discípulo fue Bernardo de Quintavalle que era un rico comerciante de Asís que vendió todo lo que tenía para darlo a los pobres. Su segundo discípulo fue Pedro de Cattaneo. San Francisco les concedió hábitos a los dos en abril de 1209. Su salud se fue deteriorando, los estigmas le hacían sufrir y le debilitaron y ya casi había perdido la vista. En el verano de 1225 lo llevaron con varios doctores porque ya estaba muy enfermo. Poco antes de morir dictó un testamento en el que les recomendaba a los hermanos observar la regla y trabajar manualmente para evitar la ociosidad y dar buen ejemplo. Murió el 3 de octubre de 1226 después de escuchar la pasión de Cristo según San Juan. Tenía 44 años de edad. Lo sepultaron en la Iglesia de San Jorge en Asís Italia.
En el Evangelio de hoy tomado de Lc 10, 13-16, vemos a Jesús que rechaza la dureza de corazón y nos interpela invitándonos a que nos asociemos a su misión advirtiéndonos previamente que en ella no sólo se logra la abundancia sino que también hay muchas dificultades.
Así, nos lo presenta el texto del Evangelio: "Jesús les dijo: " ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza. Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió”. Lc 10, 16-16.
Como lo percibimos en el texto del Evangelio, Jesús se lamenta de que esas ciudades no hacen el menor esfuerzo para hacer penitencia ni responder a la llegada del Reino de Dios después de que en ellas realizará muchos milagros y predicaciones.
Y es que esas lamentaciones de Jesús no son amenazas ni condenas sino que constatan un hecho real de ese rechazo que recibió en su propia tierra y de manera especial en las ciudades de Corazín, Betsaida y Cafarnaún.
Hermanos, considero que es este un aviso para todas aquellas personas que se excluyen de la gracia de Dios y caen en la hipocresía. Por eso, hoy mismo nos habla con toda claridad: "El que los escucha me escucha a mi. El quien los rechacé me rechaza a mi".
Para un mejor entendimiento de este Evangelio, les traigo para todos la siguiente meditación que hizo nuestro Papa Francisco el 18 de febrero de 2014 en su homilía en Santa Marta: "Cuando nosotros estamos en tentación, no escuchamos la Palabra de Dios, no la escuchamos y no entendemos porque la tentación nos cierra, nos quita cualquier capacidad de previsión, hacia cualquier horizonte; y así, nos lleva al pecado. Cuando estamos en tentación, solamente la Palabra de Dios, la Palabra de Jesús nos salva. Escuchar la Palabra que nos abre el horizonte... Él siempre está dispuesto a enseñarnos como salir de la tentación. Y Jesús es grande porque no solo nos hace salir de la tentación, sino necesitados confianza. Esta confianza es una fuerza grande, cuando estamos en tentación: el Señor nos espera, se fía de nosotros así, tentados, pecadores, siempre abre horizontes. Y viceversa, el diablo con la tentación cierra, cierra, cierra".
Recordemos que de Dios hemos recibido un gran don que hemos de aprovechar y entenderlo: Los milagros están siempre lo que nos pasa es que no los vemos por la falta de fe y de una confianza absoluta en Dios.
Señor, que sea siempre que te podamos escuchar y responder a tu llamada. No somos dignos de ser tus discípulos misioneros, por eso te pedimos que nos ayudes a crecer en la sinceridad y en la honestidad, para que sepamos aprovechar todos los medios espirituales que nos ofreces en tu Iglesia.