"Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias"... Salmo 51
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Miércoles 21 de Febrero del 2024
INTRODUCCION :
Nos cuesta convertirnos de verdad al Señor. Y
ponemos excusas y justificaciones, algunas realmente buenas; pero son excusas al
fin y al cabo, y hasta decimos: “Si Dios me diese una prueba de su existencia”, “Si Dios
cambiara mi forma de ser”, “Si viera un milagro”. ¡En qué aprieto nos pondría
Dios si convirtiera una tinaja de agua en vino! Algo inventamos para desviar nuestras intensiones. Sin embargo, hay personas que se conforman con menos. Por ejemplo: Los ciudadanos de Nínive
se convierten por la predicación de Jonás, y también, la reina del Sur al escuchar la
sabiduría de Salomón.
Si hiciéramos más a menudo memoria de todas las maravillas que Dios ha hecho en
nosotros, pediríamos menos signos, seríamos más agradecidos, crecería nuestra
esperanza y viviríamos más felices. Para toda generación y hoy la nuestra, la clave esta Aquí y Ahora. No se trata de una posibilidad más. Quizá todo
ello apunte a un sutil adoctrinamiento. Nada más lejos de la realidad. Sólo desde la Experiencia del encuentro personal e
intransferible con el Dios encarnado se posibilita un nuevo color, sabor a
nuestra vida.
Hermanos, como lo vemos, el Evangelio de hoy nos presenta el relato sobre la actitud de Jesús cuando le estaba hablando a la multitud y en esa conversación les advierte sobre la importancia que tiene la atención a su mensaje.
Él les habla acerca de la generación malvada que busca signos, pero que no reconoce la importancia de la presencia de Dios entre ellos. Y les dice que la única señal que se les dará es la señal del profeta Jonás, quien estuvo en el vientre del gran pez durante tres días y tres noches, y que así también, el Hijo del Hombre estará en el corazón de la tierra.
Esta reflexión nos invita a considerar la importancia de abrir nuestros corazones y mentes a la presencia de Dios en lugar de buscar señales externas que no nos llevan a nada.
Él nos recuerda que la fe se basa en la confianza en lo que no se ve, y que la verdadera transformación ocurre cuando estamos dispuestos a dar un paso hacia ella y en la entrega a Dios. Recordemos que Jesús nos llama a reflexionar sobre la importancia de estar atentos a su presencia y a estar abiertos a su guía y a la dirección en nuestras vidas.
Señor, Danos un corazón y unos ojos nuevos para descubrir y agradecer las maravillas que haces en nuestros corazones. Danos hoy la fuerza de tu Espíritu para que no pase esta Cuaresma sin habernos convertido un poco más a Ti.