"Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve"...Salmo 80.
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Sábado 16 de Diciembre del 2023
INTRODUCCION:
Jesús quiere hacer comprender a quienes lo siguen que Él es un Mesías humilde y servidor. Él es el Siervo obediente a la palabra y a la voluntad del Padre, hasta el sacrificio completo de su propia vida. Por esto, dirigiéndose a toda la multitud que estaba allí, declara que quien quiere ser su discípulo debe aceptar ser siervo, como Él se ha hecho siervo, y advierte: «El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga». Se trata de realizar un total rechazo de esa mentalidad mundana (egoísmo, vanidades, dinero, poder, etc.) que pone el propio «yo» y los propios intereses en el centro de la existencia.
Jesús había tomado consigo a Pedro, Santiago y Juan y les hizo subir a un monte alto y estando allá con ellos, se transfiguró. Cuando descendían del monte los discípulos le preguntaron: "¿Por que dicen los Escribas que primero debe venir Elías?"
Jesús clama su inquietud y la disipa, diciéndoles: "Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las cosas; pero les aseguro que Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que quisieron. Así también harán padecer al Hijo del hombre”. Los discípulos comprendieron entonces que Jesús se refería a Juan el Bautista". Mt 17, 10-13.
Y es que los Escribas interpretaban como a ellos les convenía todo a la venida de Elías. Ellos sostenían que si Jesús era el Hijo de Dios, el Enviado debía ser precedido por Elías.
Y miren, Jesús acepta que Elías debe venir a restaurar y preparar todo conforme a lo que dijo Malaquías, pero no como un Elías revivido sino como uno que "en espíritu y virtud de Elías ha de venir" (Mt 11,14) y allí comprendieron entonces los discípulos que se trataba del Juan Bautista.
Hermanos, Dios siempre envía a sus profetas o emisarios con una misión a cumplir, pero para realizarla o llevarla a cabo hay que enfrentarse a muchas dificultades como el egoísmo, las soberbias y los intereses personales. Por tanto, no nos puede sorprender que tampoco hoy a nosotros nos reconozcan como emisarios de Dios, pero tenemos que ser valientes y decididos y seguir avanzando sin desánimo y sin enfriamientos, pues la recompensa será grande en los cielos.
Señor, gracias por compartir nuestra vida, gracias porque quieres encontrarte con nosotros, gracias por la alegría de anunciar a otros tu presencia.