viernes, agosto 18, 2023

"Den gracias al Señor, porque es bueno y eterna su misericordia"...Salmo 136.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Viernes 18 de Agosto del 2023

El Evangelio de hoy tomado de Mt 19, 3-12, trata de un amoroso aprendizaje. No nos gusta mirarnos en él, aunque lo necesitamos para transformarnos en hijos agradecidos de Dios porque nadie nos ha condenado y marchamos animosos de la experiencia gozosa del perdón. 

Jesús hace frente a una controversia incitada por unos fariseos quienes querían tenderle una trampa  para debilitarlo ante sus seguidores. Ellos le preguntaron: "¿Señor, puede un hombre separarse de su mujer por cualquier cosa?". Él les respondió: “¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, ‘los hizo varón y mujer’; y que dijo: ‘Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne’? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”. Le replicaron: “Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?” Él les dijo: “Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así. Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio”. Mt 19, 3-6.

Miremos algo importante: La ley de Moisés admitía el derecho del hombre a divorciarse de su mujer si encontraba en ella alguna cosa de desagrado. Y es por ello que los Fariseos le hacen ese cuestionamiento a Jesús. Pero Él con gran sabiduría toma de esa ley dos textos del Génesis para indicarles que el divorcio no es permitido por voluntad de Dios: "Lo que Él a unido no puede ser separado por el hombre" y que lo hecho por Moisés responde a esa dureza que tiene el hombre de entender esa verdad. 

La tarea que tenemos los que hemos realizado el Sacramento del matrimonio es cuidar ese amor que nos une como pareja. Y eso se logra, trabajando día día en detalles, ofrendas personales, palabras sencillas y amorosas que hagan resaltar la fidelidad en el amor que va creciendo  cada día, pues el amor es como una perla de un gran valor que no vale por su brillantez externa sino por la fuerza que se siente por dentro.

El matrimonio es el proyecto  por excelencia de Dios y en él, los lazos que lo unen son fuente de vida y signos de esperanza para el mundo. 

Pidámosle al Señor que fortalezca esa felicidad encontrada y que cada día sea esa unión matrimonial testigo del amor de Dios en todos los lugares donde estemos. 

Señor, concédenos vivir la auténtica caridad fraterna, especialmente con nuestras  familia y amigos. Que nos ayudemos unos a otros a vivir santamente y a perseverar en nuestra vocación cristiana de la unidad.

 
posted by Laureano García Muentes at 4:46 a.m. | Permalink |


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