jueves, diciembre 29, 2022

"Alégrese el cielo, goce la tierra"...Salmo 96

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Jueves 29 de Diciembre del 2022

Muchas veces, con la agitación de cada día, no percibimos la presencia de Cristo, olvidamos que Él está siempre a nuestro lado. Vivimos la vida pensando en los problemas, dificultades, responsabilidades… es decir, en nuestros egoísmo y no nos damos cuenta de que Él quiso permanecer en la eucaristía por amor a ti y a mí, y ese es el mayor tesoro: la vida de gracia y su permanencia fiel en nuestros corazones.

Cristo escogió la forma más sencilla y necesaria para hacerse sacramentalmente presente. Un simple pedazo de pan que es su cuerpo, comida y bebida para nuestro peregrinar rumbo al cielo.

El Evangelio de hoy tomado de Lc 2, 22-35, nos narra los hechos que se presentaron cuando el niño Jesús fue llevado al templo de Jerusalén por sus padres para ser presentado al Señor de acuerdo a la ley de Moisés. Dice el texto, que: "Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel" Lc 2, 22-30.

Simeón era un sacerdote anciano del Templo de Jerusalén y guardaba en su corazón la esperanza de ver antes de su muerte el consuelo que tanto añoraba el pueblo.

Fue algo conmovedor cuando él reconoció al niño que traía consigo esa humilde pareja y manifiesta su felicidad. Toma al niño en sus brazos y bendice a Dios y a sus padres. Al dirigirse a su madre, María le manifiesta que ese niño que tiene en sus brazos  será fuente de conflictos y enfrentamientos. Él hará que algunos caigan y otros se levanten. Otros los acogerán  y les dará una nueva dignidad y una luz de esperanza; pero que "Una espada traspasará su alma".

Hermanos, hoy está Palabra nos invita a contemplar a Jesús como la Luz que ilumina a la humanidad y a reconocerlo como nuestro Salvador.

Muchas veces no lo percibimos porque nos encontramos en medio de tantas y tantas agitaciones que nos hacen olvidar que Él siempre está a nuestro lado.

Pensemos unos momentos sobre cómo está realizándose nuestras vidas y si ellas están inmersas en el egoísmo, el poder y las vanidades; y con profunda decisión, mirándonos caminar hacia adelante, apostémosle al cambio de vida teniendo en cuenta los propósitos que nos ofrece Jesús. Recordemos que Jesús es la luz encendida que nunca se apaga.

Señor, Simeón y Ana esperaron toda la vida para verte y nosotros hoy te tenemos presente en la Eucaristía y en nuestros corazones por la vida de gracia. Ayúdanos a valorar la eucaristía, la amistad contigo, y a estar decididos a morir antes que ofenderte.

 
posted by Laureano García Muentes at 4:26 a.m. | Permalink |


0 Comments:


<body>