"El afligido invocó al Señor, y Él lo escuchó"...Salmo 34
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Domingo 23 de Octubre del 2022
La oración nos abre a Dios desde la realidad de nuestra existencia; si acogemos su misericordia, El mismo nos perdona y renueva nuestra vida.
El Evangelio de hoy tomado de Lc 18, 9-14 nos entrega la Parábola del Fariseo y el Publicano", esto nos dice el texto: "Ante la actitud de algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús les contó esta parábola: "Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”. El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “Oh Dios!, ten compasión de este pecador”. " Lc 18, 9-13.
Recordemos que los Fariseos pensaban que eran hombres perfectos y que no necesitaban la ayuda de Dios y los Publicanos, eran personas odiadas porque recaudaban los impuestos de manera abusiva y se beneficiaban de ellos.
Como lo vemos en el Evangelio, el Fariseo estaba seguro de si mismo y lo que decía en su oración, lo daba por cierto demostrando además, un comportamiento intachable. Pero una cosa es decirlo y otra cosa era demostrarlo pues, denotaba su desprecio hacia los demás y no daba cabida al amor de Dios.
Actitud contraria demostraba el Publicano, pues el se considera un pecador y estaba dispuesto a entregar su vida en las manos de Dios y reconoce que el Dios que Jesús promulgaba era su último agarre para lograr su salvación.
Hermanos, esta parábola hermosa nos está invitando a que revisemos nuestras actitudes y posturas ante Dios para así, desterrar de nosotros toda soberbia egoísta como también nuestras grandezas o enaltecimientos. Y así, ser hombres y mujeres sencillos, humildes y misericordiosos que están dispuestos a abrir el corazón a Jesús y ser multiplicadores de su gran amor hacia los demás.
Señor, hoy como el publicano nos acercamos a Ti, pues nos reconocemos débiles y necesitados de Ti, reconocemos que eres la fuente y lleno de toda gracia. Tú conoces nuestro corazón y sabes que sin Ti nada podemos; por eso, queremos pedirte que te quedes con nosotros, que nos acompañes en todo momento de nuestra vida.