"Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos"...Salmo 19
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Jueves 30 de Julio del 2022
La acción salvífica, que Jesús aporta,
abarca a la persona entera, ya que el proyecto de Dios es a favor de TODAS las
personas. Para el evangelista Mateo, es necesario que el poder de
Jesús alcance al pecado, como aquello que bloquea a las personas para toda
acción positiva. Por eso, el primer mensaje al enfermo es precisamente ése: “tus
pecados quedan perdonados”. A partir de ahí, vendrá el resto. Aquí
radica la “autoridad” de Jesús.
El Evangelio de hoy tomado de Mt 9, 1-8 nos relata uno de los milagros que realizó Jesús curando un enfermo.
Según lo narra el texto del Evangelio, Jesús llega con sus discípulos a Cafarnaún después de cruzar el mar de Galilea en una barca y al llegar a la ciudad le presentaron un hombre paralítico tendido en una camilla; al verlo le dijo al enfermo: "¡Animo, hijo!. Tus pecados te son perdonados". Se encontraban allí presentes unos Letrados y pensaron: "Este blasfema". Jesús conociendo sus pensamientos, dijo: "¿Por qué piensan mal?. ¿Qué es más fácil decir: "Se te perdonan tus pecados" o decir "Levántate y camina?". Pues, para que sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados", dirigiéndose al paralítico, le dijo: "Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa". El se levantó y se fue a su casa. La multitud al verlo, quedó atemorizada y daba gloria a Dios por haber dado tal autoridad a los hombres". Mt 9, 1-8.
Como lo vemos, Jesús ataca el mal de raíz, ese mal que corre al paralítico que lo mantiene bloqueado y no lo deja actuar con libertad. Despierta su ánimo y le da el don de levantarse y caminar con una confianza absoluta y una fe renovada.
Los Judíos consideraban las enfermedades como un castigo de Dios por los pecados cometidos en generaciones anteriores del enfermo y lo consideraban un mal moral. Pero Jesús reprocha la incredulidad y les hace saber que el Padre es Misericordioso y perdona todos los pecados.
Hermanos, el pecado paraliza al hombre y lo hace egoísta. El pecado es ese yo que me hace sentir más importante que los demás. Es ese NO rotundo con el que le digo a Dios No Me Interesas porque vivo muy ocupado y lleno de problemas.
Jesús vino a salvarnos y a curar nuestras enfermedades y sufrimientos. Él es el que nos limpia y nos libera dando un sentido positivo a la vida porque nos perdona. Aceptémoslo y hagámoslo centro de nuestras vidas.
Señor, danos un corazón que perdone, que acoja, ame; que vea tu rostro en el otro, que no juzgue, no condene; un corazón que reconciliado consigo mismo viva abierto a la reconciliación, que sanado en su interior esté dispuesto a llevar sanación a través de una palabra de aliento, una mirada de aceptación, una sonrisa de perdón; que despojado de toda mezquindad pueda adorarte en espíritu y verdad.