miércoles, abril 27, 2022

"El afligido invoca al Señor, Él lo escucha"...Salmo 34

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Miércoles 27 de Abril del 2022

El amor es mucho más que sentimiento: abarca la entera realidad, todas sus dimensiones… El amor es una voluntad, una decisión, una entrega que comporta renuncias y sufrimientos. Hoy, el texto del evangelio, es una profunda reflexión del evangelista sobre el amor manifestado de Dios. En él se nos dice: “Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único”. Tanto me amó Dios, que mi vida le ha costado la vida al Hijo único de Dios; tanto amó Dios a todo el mundo, que el Hijo es el precio para que el mundo se llene de la gracia de Dios. El inmenso amor de Dios al mundo, un amor extremo y exagerado, le ha costado el desgarro de la entrega de su Hijo, una entrega total y dolorosa, hasta la muerte.

Siguiendo el texto del Evangelio de Juan, capítulo 3, reflexionamos hoy los versículos 16-21 que nos presenta a Jesús explicándole a Nicodemo el papel importante que tiene Dios en el proceso de liberación de los pecados para que el hombre pueda alcanzar la vida eterna. 

Él le dice: "Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él no es condenado, el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Juan 3, 16-18

Como lo vivimos en los días pasada en la semana Santa, la Cruz de Cristo fue la prueba más importante donde Dios demostró su infinito amor por la humanidad. Jesús su Hijo Unigénito nos ama hasta el extremo; y con ello, nos muestra a todos los hombres la grandeza de la Misericordia de Dios. 

Él nunca se creyó omnipotente o un ser poderoso, ni mucho menos, actuó déspota, tirano, dictador; por el contrario, intuyó la firmeza en la Fe y brindó su confianza absoluta en su Padre Dios para brindar a todos por igual el amor presente y palpitante en lo más profundo de su corazón. 

Preguntemos: ¿Qué tanto amo a Dios?, ¿Aún tengo dudas como Nicodemo para aceptar que hay que nacer de nuevo para lograr el Reino de Dios?

Padre Bueno, aún en nuestro silencio, te expresamos nuestro agradecimiento por amarnos hasta el extremo, por el regalo maravilloso de Jesús, por quedarte con nosotros siempre, por hacernos partícipe de tu plan de salvación.

 
posted by Laureano García Muentes at 5:28 a.m. | Permalink |


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