Hoy el Evangelio es tomado de Lc 7, 36-50 y nos narra una situación inesperada que ocurre en el interior de la casa de un Fariseo que invitó a Jesús para que fuese a comer con él.

Jesús le acepta la invitación y en el momento de sentarse en la mesa, nota que una mujer se coloca detrás de él y agachada se ubica junto a sus pies, ella llora inconsolablemente; le enjuaga los pies con sus lágrimas y un perfume que llevó en un frasco de alabastro. La mujer, le enjugaba con sus cabellos los pies y se los cubría de besos. El Fariseo al notar esto, se dijo para sí: " Si este fuera profeta, sabría quien y que clase de mujer es la que lo está tocando, pues es una pecadora" Lc 7, 36-39.

Vemos en este Evangelio a una mujer pecadora que se atreve a entrar a la casa del fariseo sin estar invitada y se ubica a los pies de Jesús. Ella se atreve a abrir los caminos de la esperanza y del consuelo; y recibe de Jesús, la acogida, el Amor Misericordioso y el Perdón de su pecado.

Jesús no la señala,  ni la juzga, ni mucho menos, le tacha su proceder, antes por el contrario, la recibe y le toma de ejemplo. 

Él aprovecha este proceder como un gran ejemplo para decirle a Simón Pedro una parábola que le llevase a comprender la grandeza del Amor, la Misericordia y del perdón.

Miremos algo muy importante: 

De acuerdo al Amor que vive y siente un hombre, se puede valorar lo que él es; pues, el Amor no debe tener límites ni precio alguno. 

El amor cuando es incondicional, es capaz de romper todas las barreras y transformar las intensiones y actuares de los hombres .

La Misericordia, el perdón y el olvido, engrandecen al hombre. Por ello, quien manifiesta el amor, Dios le recompensa con su Misericordia y le perdona sus culpas.

No olvidemos que El amor, es la fuerza del alma y la llave maestra que abre todas las puertas.

Ponle Fe a la vivencia de un Encuentro verdadero con Jesús y verás con tus propios ojos el Amor y la Misericordia de Dios. 

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