En el Evangelio de hoy tomado de Mt 19,16-22, nos muestra un hombre joven muy rico que estaba convencido de poseer todos los méritos para lograr llegar al Reino de Dios, y para estar más convencido de su dignidad y de haber alcanzado ese logro se le acerca a Jesús para preguntarle: " Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?" Mt 19, 16.

Una pregunta que nos sitúa en esa realidad en el hoy.

Si, muchas de las personas que se creen ricas, que poseen el poder y manejan a su acomodo y libre albedrío las riquezas, se creen los poderosos por eso del poseer y hasta pisotear a mucha gente, solo porque tienen la posesión de las cosas.Ellos, están absolutamente engañados, pues esas "seguridades engañosas" llevan al hombre a la seducción y a creer que ya tienen un pie en el cielo, pero el cielo terreno; pues se creen ostentosos y omnipotentes.

No piensan más allá del  tener la posesión y el control de todo, viven una vida estéril, sin horizonte y sin esperanzas. Viven apegados a sus placeres materiales y no más.

Así hoy, nos presenta este Evangelio a ese hombre joven muy rico, que a pesar de creer haber cumplido las leyes de Dios que Moisés les hizo conocer al pueblo, ya tenía agarrado con sus manos el derecho de vivir la vida eterna.

Jesús le da a él, como hoy a nosotros, una gran lección. Todo lo que hagas para la vida, que sea para el bien de todos y no, para uno mismo

Jesús nos enseña hoy que para alcanzar esa vida eterna prometida por el Padre, es necesario " vender todo lo que tenemos y dar a los pobres ese dinero, así, podremos tener el derecho de obtener el gran tesoro: El Reino de Dios". Y remata esta enseñanza con esta frase: " Y luego, Vente conmigo" Mt 19, 20. El joven, se puso triste y dio la vuelta y se fue.

Cuantas ilusiones y alegría se crean en nuestras mentes al creernos súper héroes por el apego a las cosas materiales pierden familias, hijos, amigos; y nos olvidamos de aquellos que día a día no tienen con que comer, vivir y hasta vestirse. 

Hoy se nos pide vender todas esas riquezas y nos preguntamos, ¿cuáles riquezas? ¿Y como súbdito después?.

Jesús nos pide la venta de esas seguridades que hemos venido viviendo, como son: las ansias desordenadas de poseer, de tener el control de todo, de  ser egoístas, de ser corruptos, de ser violentos, etc); y cuando tengamos la mente y el corazón limpio, ahora si, regresar y decirle a Jesús: Te seguiré a donde tu vayas.

Preguntémonos: ¿Que debo hacer con mi vida? ¿Me voy huyendo o acató lo que me pide hoy Jesús?

TE INVITO A QUE SEAS MULTIPLICADOR DE ESTAS ENSEÑANZAS QUE AYUDAN A CONOCER Y AMAR MAS A DIOS.