En estos
últimos días celebrábamos en familia los momentos más hermosos del año, la
Natividad de Jesús y la llegada del año nuevo. Una gran experiencia nos ha regalado Dios y de ella nos
han quedado muchos compromisos personales, familiares y de vida comunitaria.
Junto a
nuestros seres queridos y amistades compartimos abrazos, besos y deseos que nos
llenan de felicidad y de mucha alegría. Nos planteamos planes y hasta proyectos
que nos aporten ideales para cultivar cada vez más los deseos de seguir día a día
en la búsqueda afanosa del sendero que nos traza la estrella y que nos llevara
a la meta de ser como lo quiere Dios: Vivir el amor, la unidad y la vida
fraterna de hermanos.
Hemos
reconocido nuestra fragilidad y lo difícil que es alcanzar con facilidad esos
sueños y esperanzas, porque en nosotros aún persisten dudas e incertidumbres que
nos retienen en el espíritu del mundo; pero que, con los propósitos firmes y
eficaces planteados, seremos capaces de superarlos para lograr así, al final de
este nuevo año, la celebración de estos encuentros de familia que nos invitan a
vivir las alegrías y a degustar el encuentro con nuestro Dios.
Ha de ser
entonces necesario el recordar que en todos los actos que asumamos siempre ha
de estar apoyado por la fe y la esperanza planteada; porque son ellas, las que
han de iluminar nuestro vigor.
Sí, porque cuando nos unimos a trabajar con vigor y alegría
nuestra inteligencia, iremos viendo con nuestros ojos el logro de haber
cultivado con esperanza nuestros sueños.
Queridos
amigos: La vida íntegra que nos propongamos construir en este año, siempre ha
de estar alimentada de grandes esperanzas.
Tengamos pues siempre presente que es la fe la que nos ha de impulsar durante
este largo y duro caminar de la vida.
La estrella ya está encendida y ella con
constancia nos está invitando a seguir tras las huellas que nos plantea Dios. Salgamos
de nosotros mismos y sacrifiquemos todas esas cosas que nos amañan, a dejar
esas falsas seguridades y a dejar los miedos.
Como
Reyes Magos y Sabios regresemos por otro camino, totalmente cambiados, nuevos y
renovados luego de ver y reconocer al Salvador del mundo, el Hijo de Dios.
PAZ Y VENTURA PARA ESTE AÑO 2.014 SON NUESTROS DESEOS: QUERIDOS SALVATORIANOS.