Los días, meses y años van pasando y cuando se acercan las
fechas de la navidad y del año nuevo, se nos vienen a nuestras mentes muchos
recuerdos de aquellas etapa de la juventud inolvidables.Y podemos afirmar con certeza, que ellas, están llenas de bellas y grandes experiencias.
Hoy recuerdo aquellos días en que nuestros padres y maestros de
colegio nos incitaban a estudiar e investigar sobre nuestras dudas. Y nos afirmaban con gran confianza que ellas nos iban abriendo los caminos de la fortaleza, de la certeza y de la seguridad.
Al leer la vida de Jesús, podemos descubrir en ella, como Juan el
Bautista al escuchar hablar lo que Él hacía, quiso dar seguridad a sus discípulos
y quizás, para re-confirmar la certeza de su Misión de Anunciador del Enviado por Dios, envío a a unos de sus discípulos a que fuesen a investigar y preguntarle personalmente a Él, diciéndole: « ¿Eres tú el que ha de
venir o debemos esperar a otro?» Jesús les respondió: «Vayan a contar a Juan lo
que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos
son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es
anunciada a los pobres. ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de
tropiezo!» Mientras los enviados de Juan se retiraban, Jesús empezó a hablar de
él a la multitud, diciendo: « ¿Qué fueron a ver al desierto? ¿Una caña agitada
por el viento? ¿Qué fueron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que
se visten de esa manera viven en los palacios de los reyes. ¿Qué fueron a ver
entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta. Él es aquel de
quien está escrito: "Yo envío a mi mensajero delante de ti, para
prepararte el camino". Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más
grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los
Cielos es más grande que él.» (San
Mateo 11, 2-11)
Jesús le hace ver a Juan que todas las cosas que se habían
anunciado para los días del Mesías, Él las estaba realizando. Efectivamente, es
Él quien había de venir, a quien por siglos el pueblo de Israel había esperado,
más bien, a quien los hombres de todos los siglos cada día estamos esperando al
anhelar la paz, la felicidad, la plenitud. Estos días de Adviento reaniman y
fortalecen nuestra conciencia de que Jesús cada día está viniendo a
nosotros.
Llama la atención la manera como Jesús concluye su respuesta:
“Dichoso aquel que no se sienta defraudado por mí”. Tal vez muchos esperaban
otra cosa del Mesías: una entrada triunfal y un actuar impresionante,
despliegue de fuerza y poderío. Sencillamente Jesús anuncia a los pobres la
Buena Noticia del amor de Dios Padre que se manifiesta en Él, y a la manera de
la levadura en la masa, esa Buena Noticia transforma la realidad
llenándola de vida.
La cercanía de la Navidad nos invita a alegrarnos por la venida
de Jesús a nosotros. Pero no podemos olvidar que cada día viene como Buena
Noticia para toda persona, en especial para los más necesitados, y que a cada
uno de sus discípulos nos ha hecho portadores de esa Buena Nueva.
Es tiempo de
abrir los ojos y con mirada clara ver a nuestro alrededor. Veamos las casas de
la manzana donde vivimos y caigamos a cuenta de los enfermos y ancianos que se
alegrarían con nuestra visita. Echemos una mirada a nuestro guardarropa y
compartamos con un pobre la ropa que tenemos en buen estado y no hemos usado
este año. Veamos si podemos hacer algo semejante con un poco de despensa.
Miremos el rostro de nuestros amigos y conocidos, y veamos si alguno de ellos
ha perdido el sentido de la verdadera alegría y la busca donde no la puede
encontrar: en la compra de cosas que ni necesita, en la embriaguez o la droga…
Si el Señor nos da la oportunidad, escuchémosle con grande paciencia,
digámosle en forma adecuada una palabra que le hable de que Dios le ama, que le
importa el momento que vive y está con él, y hagamos una pequeña oración a
partir de la situación que vive.
MIRA,
SEÑOR, A TU PUEBLO QUE ESPERA CON FE LA FIESTA DEL NACIMIENTO DE TU HIJO, Y
CONCÉDELE CELEBRAR EL GRAN MISTERIO DE NUESTRA SALVACIÓN CON UN CORAZÓN NUEVO Y
UNA INMENSA ALEGRÍA.
QUERIDOS SALVATORIANOS LES DESEA A TODOS SUS LECTORES UNA FELIZ FIESTA DE NAVIDAD. DESEAMOS QUE JESÚS RENAZCA EN NUESTROS CORAZONES Y QUE CADA DIA NOS LLENE DE SU BENDECIDO AMOR.