El origen de nuestra creación
humana vine de Dios, por tanto, nuestra persona y nuestras vidas han de estar
en una constante búsqueda de la plenitud que Él nos ofrece: La Salvación.
Quienes vivimos desorientados
y desviados, no acertamos en nuestros ideales, no sabemos para donde vamos y
andamos como ovejas perdidas. De verdad, es porque hemos tomado otro camino y a
pesar de todos nuestros esfuerzos por alcanzar la felicidad, llegamos a sitios
equivocados donde nunca hemos debido llegar.
Si. Me siento triste
y quizás avergonzado por muchos que hoy han tomado esos caminos equivocados.
Quienes no viven la
vida orientada hacia Dios, andan por el mundo como ovejas sin pastor; sin
saber realmente hacia dónde van y lo peor de todo es que no llegan fácilmente
al sitio donde deberían llegar. Se sienten atraídos por las cosas superfluas
que llaman “buenas” y ni piensan y aceptan a Dios.
Al leer hace unos días
una Encíclica del Papa Pio XII, pude captar este mensaje que él nos hacia: “El
hombre se vuelve ordenadamente
a Dios cuando reconoce su majestad suprema y su magisterio sumo, cuando acepta
con sumisión las verdades divinamente reveladas, cuando observa religiosamente
sus leyes, cuando hace converger hacia Él toda su actividad, cuando –para decirlo
en breve- da, mediante la virtud de la religión, el debido culto al único y
verdadero Dios”. ¡Impresionantes palabras de su Santidad!
Al desmenuzar sus
palabras podemos apreciar que su exhortación está orientada para que todos los
hombres nos propongamos a estar en una constante búsqueda de Dios y a reconocerlo
como la Majestad Suprema. Es decir, que nada ni nadie ha de estar por encima de
Él. Óigase bien, ni amigos, ni familiares y ni siquiera uno mismo.
Al reconocer a Dios como
Majestad Suprema, reconocemos que hemos de asumir su propio interés, que es:
Que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad
manifestada en Jesucristo, El Salvador. Por tanto, nuestro interés primero como
cristianos, seguidores de Jesús Maestro ha de ser: Alcanzar nuestra salvación eterna
y la de los demás.
Somos muchos los que vivimos
hoy día, desorientados, en un desorden social y lo peor de todo, en poner todo
el interés por encima de nuestra salvación y la de los demás.
Hay interés por el
poder, por el dinero, por obtener muchos bienes materiales, por tener bienes suntuosos,
por vivir con egoísmo y en constante vanagloria, y olvidan a Dios Padre y Señor
de todo.
Nuestra tarea de discípulos
de Cristo ha de estar orientada en conocer y aprender las verdades del
Evangelio, para así, encaminar nuestras acciones a enseñar a todas las personas
que nos rodean y con quienes compartimos la vida, la revelación que el mismo
Jesucristo nos hizo y que las podemos apreciar en las Sagradas Escrituras; en
la Tradición de la Iglesia, en las enseñanzas de quienes la han conducido y en
todas aquellas personas que con sus virtudes y enseñanzas de vida nos muestran
un camino de verdad y de salvación.
Finalmente quiero exhortarles
a ustedes que hemos de procurar orientar nuestros comportamientos y actitudes,
tomando conciencia clara de que somos hijos de Dios y colaboradores de la expansión
de su Reino en la tierra. Por tanto, en todas nuestras actividades
cotidianas deben ser testimonio de una
vida coherente y afectiva a Dios Padre.
Todos somos labradores
del Reino y por ende, debemos cultivar la tierra ofreciendo el sudor por la
salvación de todos los hombres, y en estrecha colaboración con Dios Creador,
Señor y dador de todos los bienes.
SEÑOR, DANOS EL IMPULSO Y LA GUIA PARA SEGUIR CAMINANDO E
ILUMINANDO A LOS HOMBRES PARA QUE RETOMEN EL CAMINO DE LA VERDAD.