Hoy en día vivimos en un mundo que está regido por la tecnología y
la economía, un mundo que se mueve cada vez más rápido debido al ritmo de vida,
donde el sistema va cambiando para crear métodos y maneras de hacer las cosas
en un menor tiempo. Pareciera
que nunca nos ponemos al día con todas las demandas de esta velocidad.
Tratamos
más duro, trabajamos más rápido, y estamos más tiempo ocupados. Pareciera que las
personas que nos demandan un poco de nuestro tiempo son más numerosas que lo
que podemos manejar.
Vivimos
en un mundo con un ritmo muy acelerado, comida rápida,
ejercicio en solo 15 minutos, realizar más trabajo en menor tiempo pero durante
largas jornadas de trabajo, dormir de 4 a 6 horas diarias y lo peor de todo es:
que nos hemos olvidando de Dios.
¿Te
conmueve esto? ¿Nos sentimos Frustrados? ¿Preocupados? ¿Enojados? ¿Cansados? De
verdad, estos sentimientos son unas señales de alarma, que nos indican que
tenemos que dedicar más tiempo a nosotros mismos y sobre todo a estar a solas
con Dios.
¿Sera
que podemos corregir estas cosas y bajándole el ritmo a todas estas “prioridades”
que solo nos llevan a fracasos, irritaciones, agotamientos, ansiedades y hasta
daños emocionales y físicos? Mi respuesta es SI. ¡Por nuestro propio bien y por
dar al Ser que nos regala la vida nuestros agradecimientos por sus innumerables
regalos que nos da cada día!
Miren
como son las cosas: El crecimiento de las ciudades
nos dificulta estar en contacto con la naturaleza, alejándola de nosotros y al
consumir los recursos naturales. Las áreas verdes que rodean se van
convirtiendo en terrenos potenciales para nuevos edificios que no dejan rastro
de vida la natural que existió en esa zona. Por esta razón cada vez más estas
áreas naturales son alejadas de nosotros, así perdemos contacto con nuestra
parte natural, quedando encerrados en junglas de concreto.
Además,
es casi imposible educar y hacer entender al ser humano de vivir y adaptarse al
medio ambiente sin tener ir de un lugar a otro acabando con los recursos
naturales que Dios nos ha regalado. Contaminamos los ríos, de talamos árboles,
no reciclamos la basura, descuidamos el agua que consumimos día a día, etc. Esto
sería lo más simple que podría hacer cualquier persona para ayudar a la naturaleza.
Si
no pasamos tiempo permitiéndole al Padre alimentar nuestros espíritus, ¿cómo
podremos vencer las tentaciones de la carne? ¿Cómo podremos sentirnos
gozosos en lugar de frustrados? ¿Cómo podremos estar en paz en vez de
preocupados? ¿Cómo podremos mantenernos calmados cuando las cosas van mal?
¿Cómo podremos encontrar nuevas fuerzas cuando demandas inesperadas nos golpean
aún después de estar cansados?
¿Dónde
está tu lugar desértico? Cuanto más ocupado estás, más necesitas
pasar tiempo allí. Cuánto más duro te resulte estar a solas con Dios sin
distracciones, más necesitarás un lugar tranquilo.
¿Cuándo
es tu tiempo de oración, de máxima prioridad, antes de tus ocupaciones? Este es
el momento más importante del día. ¡Toma lo que necesitas!
Intentemos
y tomemos en el día a día momentos para meditar y alabar a Dios. Recordemos que
ante todo El prevalece. Dediquémosle tiempo a la oración y con fe pidámosle su protección
no solo la nuestra, sino la de todas las personas que hoy viven agobiadas y
cansadas de tanto acoso de la modernidad y de la tecnología. Su Plan de vida es
genial. Te lo recomiendo.
SEÑOR, TOMA EN TUS MANOS
NUESTRA VIDA Y PERMITE QUE SEAMOS CADA VEZ SIGNOS DE TU BELLO AMOR.