viernes, abril 29, 2011
LA CONSTANCIA Y LA CONFIANZA, EN LA ORACIÓN

Cuando oremos debemos ser pacientes, humildes y sinceros de corazón para así expresar nuestra fidelidad al Señor.

Cuando oremos hay que ser perseverantes y confiados de que nuestras peticiones son vigorosas porque van de acuerdo a la voluntad de Dios. Así, Él nos escuchara y las atenderá.

Cuando oremos hagámoslos sin cansarnos nunca y sin que nos cubra el desaliento aceptando el plazo que Dios tenga dispuesto para atender nuestras suplicas.

Cuantos nos hemos equivocado cuando oramos; y de manera impulsiva le exigimos a Dios para que atienda nuestras pretensiones. Y creemos que Él ha de tener prelación con nosotros. Queremos hacer de nuestra petición, un llamamiento para que Dios intervenga inmediatamente.

La palabra de Dios nos habla constantemente de la necesidad de orar, pero siendo humildes y perseverantes; y nos invita a orar sin desfallecer. Nos aconseja orar “de día, y de noche”. El mismo Cristo Jesús fue un ejemplo sublime en la oración. Él pasó las noches orando a Dios (Lc.6, 12). Recordemos que en el Getsemaní: lleno de angustia oraba con mayor insistencia (Lc.22, 44).

Miren cuando en el camino que recorremos se ha mostrado largo, duro y difícil con mucha más razón debemos orar ya que en la oración vamos a encontrar las fuerzas necesarias para proseguir.

La oración nos librará de la indiferencia y de la apatía que tantos estragos han causado en el mundo a tantos hombres de buena voluntad que han caminado durante mucho tiempo por la senda de la entrega, del apostolado y que necesitan de la fortaleza que Dios les regala.

La perseverancia en la oración constituye una de las lecciones más respetadas de Jesús en el Evangelio.

Cuando en nosotros existe la confianza en Dios se aumenta nuestro deseo de orar. La fe y la oración aumentan esa confianza. Cuando se ama y se confía no se puede dejar de expresar lo que se tiene en el corazón.

La confianza no solo exige la fe como premisa, y la oración como expresión nos exige la humildad.


CRISTO NOS INVITA A ABRIRNOS COMO NIÑOS AL DON DE DIOS. EN EL AMOR CONFIADO A JESÚS OBTENDREMOS LA VICTORIA SOBRE EL MAL.
 
posted by Laureano García Muentes at 6:26 a.m. | Permalink |


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