Jesús es la fuente y de Él brota la vida divina en el hombre. Él nos la provee y nos prepara para que la alcancemos, sólo nos hace falta que con decisión y profunda fe nos acercarnos a Él, le miremos a sus ojos, le aceptemos y permanezcamos a su lado.
Esa vida que nos regala no es más que el inicio que le damos a nuestra santidad, la santidad que Dios quiere para todos los hombres por igual, la alcancemos con la ayuda de su gracia.
Sí, muchos somos en el mundo los que anhelamos beber de esa fuente, fuente que es nada más y nada menos el Corazón de Cristo, la fuente de la vida eterna y de nuestra santidad.
Miren, nuestra perfección moral nace primordialmente del amor, de allí nace la semejanza con Dios-Padre. Así lo afirma San Juan en el Cap. 14,21:«El que acoge mis mandamientos y los cumple, dice Cristo, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a él».
No dudemos pues, que Jesús que es fuente de la vida, pues por medio de Él se ha logrado la victoria sobre la muerte. También es fuente de santidad, pues en Él ha quedado derrotado el pecado que es el enemigo de la santidad y como tal, es el enemigo del progreso espiritual del hombre.
Del Corazón del Señor Jesús deriva la santidad de cada uno de nosotros. Aprendamos pues de Él quien representa el amor a Dios y la comprensión que se encierra en el misterio del pecado.
Qué bueno sería que hoy hagamos actos de reparación por los errores cometidos por nosotros y por nuestro prójimo a lo largo de nuestras vidas, que esculquemos el corazón en lo más profundo de sus entrañas y lo reparemos por el rechazo de la bondad y del amor de Dios.
Sería una gran dicha, que a partir de hoy muchos hombres y mujeres en el mundo nos acerquémonos diariamente a la fuente de la vida, esa fuente de la cual brotan manantiales de agua viva; y de manera humilde y sincera, le pidamos como la samaritana: «Señor dame de beber de esa agua, esa agua que tú tienes y que nos da la vida eterna».
Atrevámonos, levantémonos y emprendamos el camino hacia El. Solo El es el Camino, la Verdad y la Vida.
SEÑOR, DADOR DE VIDA, FUENTE DE LA ETERNA FELICIDAD, DANOS A CADA INSTANTE TUS GRACIAS PARA ALIMENTAR NUESTRA FE Y NUESTRA ESPERANZA.