sábado, noviembre 28, 2009
LAS ACCIONES DAN MUESTRA DE LA SANTIDAD QUE VIVIMOS

Quien nos santifica es el Espíritu Santo. Él es quien nos ayuda a compartir esa virtud con Dios mediante la perfección que vayamos adquiriendo y en la medida que cumplamos nuestros compromisos, deseos de cambio y mejoramiento.

Y es Él quien precisamente nos va transformando cada día y a cada momento, nos llena del amor de Dios hasta el extremo, es decir, hasta quedar totalmente saturados y nos convirtamos en santos.

Y es una verdad innegable. Cristo nos llama en forma permanente a ser santos. Y nos dice que para alcanzar esa santidad, tenemos que ser constantes y perseverantes en nuestras convicciones y cambios de conducta, amándolo sobre todas las cosas.

Los cambios de conducta son el resultado de una nueva vida es decir, de una nueva creación. Es demostrarle a Dios y a todos aquellos con quien compartimos la vida, que las cosas viejas ya pasaron y que no somos iguales que ayer. Que hemos iniciado un nuevo camino y una nueva vida que está llena de esperanza y confianza con la ayuda de Jesús Maestro y Guía.

San Pablo en la Primera Carta a los Corintios, Cáp. 6, 9-11 nos menciona dos tipos de personas que no podrán alcanzar el Reino de Dios, como lo son: Los idolatras, esos hombres que viven adorándose a si mismo y tratando de perfeccionar cada día su cuerpo, si mirar su interior. Los estafadores, aquellos que solo viven pensando en lucrarse de los demás mediante trampas y mentiras. Los lujuriosos que solo piensan en las satisfacciones carnales, etc. Y si ellos, los que están involucrados en estos vicios, deciden ser sus seguidores y discípulos, les pide a que se liberen en su nombre y por las gracias del Espíritu Santo de esas conductas.

Sabemos que el demonio acecha y que para evadirlo es necesario que vivamos en permanente gracia de Dios y en una oración constante. ¿Cómo podríamos explicar que un cristiano, santificado, pueda caer en las tales formas de pecado? Todo cristiano ha de ser responsable de sus actos.

Muchos caemos fácilmente por esos factores genéticos, temperamentales y circunstanciales que poseemos y que no pueden ser eliminados del todo; pero si nos hacemos unos propósitos firmes, colocándonos en las manos de Dios podremos superarlos llenándonos del Espíritu Santo, estando abiertos de manera permanente a sus influjos.

SEÑOR, AYUDANOS A NO APAGAR EL FUEGO DE TU AMOR Y TUS GRACIAS PARA ASÍ NO SER PRESA FACIL DE NUESTRAS RESISTENCIAS Y COMPLACENCIAS PECAMINOSAS
 
posted by Laureano García Muentes at 6:39 a.m. | Permalink |


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