martes, enero 15, 2008
VEN, VAMOS A PARTIR EL PAN

Caminaba lentamente por la bahía y observaba la naturaleza que me rodeaba al despertar el día, cuando de repente un muchacho que vendía café, se me acerco diciéndome que tenía un amigo quien me había conocido en la iglesia Santa Cruz de Manga, que quería entablar conmigo un dialogo ya que se sentía dolido y angustiado por la situación que venía atravesando. A lo que le dije que con mucho gusto me buscara que estaba dispuesto a escucharlo y orientarlo con la ayuda del Espíritu Santo.

Recordé entonces la homilía que hizo el Religioso Salvatoriano Padre Hugo Jaramillo del el día Domingo, fecha que se conmemoraba el Bautismo del Señor; cuando exhortaba a la comunidad a renovar las fuerzas mediante un nuevo Bautismo y que a través de él, nos comprometiéramos como personas nuevas en la Misión que Dios nos había encargado a cada uno: Darlo a conocer como el Único y Verdadero Dios y a su Hijo Unigénito como el Salvador del Mundo.

De verdad que sentí en ese momento la compañía de Cristo a mi lado, quien me invitaba a saborearlo en el silencio de la naturaleza que observaba y en el paso de la vida. Maduré la invitación que me hacia para escuchar con atención a ese muchacho y brindarle a la luz de la Palabra, la orientación que requería.

¿Cuantas ocasiones tenemos en la vida en las que nos hemos sentido llamados a proclamar la Buena Nueva que nos trajo Jesús y a llevar a otros hacia nuestra Fe? Con el Bautismo nos sentimos hijos predilectos de Dios y por tanto, Él está con nosotros en todos los instantes de la vida. A Él nos comprometimos para poner en práctica nuevas formas de vida personal, familiar, profesional y comunitaria que reflejen nuestro vivir en el Evangelio. Con Él nuestro entorno, lo llenamos de amor, alegría y esperanza, para que sean muchos quienes lo conozcan y lo escuchen y se sientan contagiados y atraídos por Jesucristo quien vive haciéndonos fermentos de transformación.

Todos estamos invitados a renovar nuestras vidas, a transformar nuestro corazón de piedra en un corazón de carne, a liberarnos de las cadenas del egoísmo que nos atan, a limpiar la mirada hacia los demás reconociendo las realidades propias y ajenas, a abrirnos para acoger a los demás y acercar a cada hombre y mujer el Reino de Dios, para que así, muchos se conviertan y se salven.

Es importante que reflexionemos sobre como estamos viviendo nuestro compromiso de cristianos y nos pongamos en las manos del Maestro, para trabajar por la sociedad marginada que desea encontrar a Dios.

“Y…LO RECONOCIERON AL PARTIR EL PAN”
Lc. 24. 13-35
 
posted by Laureano García Muentes at 3:43 a.m. | Permalink |


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