domingo, enero 20, 2008
UN GALARDÓN PARA TODOS

Con plena libertad Dios nos da a todos los hombres un galardón por los servicios que prestemos haciendo realidad el Reino en el mundo; siempre y cuando haya habido correspondencia a su llamada y perseverancia para seguir su propuesta de salvación, a pesar de dificultades y tropiezos que tengamos en la vida.

Muchos somos los que hoy vivimos a la expectativa de lo que hace el otro, nuestro vecino, hermano o amigo y criticamos muchas veces sus actitudes, sus triunfos y derrotas, convirtiéndonos en amargados criticones que no se miran a si mismo ni se percatan de sus posibilidades o despilfarros.

Jesús nos convoca a todos por igual a trabajar en la viña, Él no mira exclusividades y privilegios solo desea voluntad y libertad para corresponder al llamado que hace a la misión que nos encarga.

A la hora de la llamada convoca y pone de manifiesto el trabajo a realizar y todas las energías que debemos concebir para hacer camino al andar, sin importar expectativas elevadas de reconocimiento. Solo al final del día, seremos gratificados por nuestras obras realizadas de manera sincera y eficaz.

Él solo nos pide decisiones radicales, libres y voluntarias, que dejemos a un lado esas cosas que impidan laborar en la viña con libertad: los odios, los egoísmos, las envidias, las ansias de poder, acumular riquezas, etc; correspondiéndole a Él, sin reparos o queja alguna.

En el Evangelio de San Mateo Cáp.20, 1-16, Jesús nos enseña que lo justo no se define por lo que se espera. Allí vemos, que los convocados a trabajar sabían cuanto les pagarían, aceptaron trabajar junto a los demás obreros y al liquidarlos al final del día, le pagaron al precio justo acordado.

La envidia no hace feliz a nadie, ella nos hace perder el sentido de la realidad. Cuando comparamos lo justo a partir de lo que desearía, nos convierte en resentidos que piensan y sienten que la vida es injusta.
Los que se dejan gobernar por los impulsos envidiosos entienden todo como injusticia, porque viven toda la vida comparándose con otros, pierden el sentido de la realidad y hacen cosas que no deberían, como son gritar, ofender o enjuiciar sin pensar.


JESÚS NOS PROPONE VIVIR LA PLENITUD DEL AMOR MEDIANTE LA ENTREGA SINCERA A LOS DEMÁS.
 
posted by Laureano García Muentes at 8:22 a.m. | Permalink |


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