miércoles, octubre 12, 2022

"El que me sigue, Señor, tendrá la luz de la vida"...Salmo 1.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Miércoles 12 de Octubre del 2022

Jesús se enfrenta con los fariseos y doctores de la ley. Para ellos, lo importante es la ley interpretada y comentada por las distintas escuelas. En tiempo de Jesús había que cumplir más de 600 preceptos. Esto hacía que las personas que querían servir al Señor debían cargar con “pesos insoportables”.   La genialidad de Jesús consiste en reducir todas esas cargas a un solo precepto: el precepto del amor. 

En el Evangelio de hoy tomado de Lc 11, 42-46,  Jesús les dice a los Fariseos: "¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!" Un jurista intervino y le dijo: "Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros". Jesús replicó: "¡Ay de vosotros también, juristas, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!" Lc 11, 42-46.

Jesús con toda autoridad y plena libertad, denuncia la hipocresía y la incoherencia de los Fariseos haciéndoles ver que la Ley de Dios debe estar orientada al servicio de las personas, pero de manera especial, a los más necesitados.

Él censura las apariencias y reclama la práctica de las obras de bondad y de misericordia.

Hermanos, Jesús nos indica que lo más importante es ser justos y respetuosos de la ley pero sin olvidar que las demás personas son también dignas de todos los derechos. ¿Será que cuando Jesús habla de esa manera a los Fariseos también nos está señalando a nosotros? Recordemos que ellos acostumbran a ser hipócritas expresando sus apariencias delante de la gente y descuidaban lo que era valedero y significativo. 

Señor, ¡gracias por tu amor! ¡Cuánto has hecho por nosotros! ¡Cuánto sufriste para redimirnos! Toda tu vida fue un acto de amor para salvarnos. Tu amor no tuvo ni tiene límites.
 
posted by Laureano García Muentes at 5:17 a.m. | Permalink |


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