"Quiero misericordia, y no sacrificio"...Salmo 51
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Sábado 26 de Marzo del 2022
¡Qué gran lección nos ofrece hoy el Evangelio, Son dos formas de plantear la vida y cuanto en ella se nos ofrece: o dejarle actuar a Dios, para que la redima y la salve desde la raíz; o arrinconarle como “trasto inservible”, porque nos bastamos con lo que soy y tengo. ¿Seremos capaces) de examinar a fondo nuestra vida y dejar que Él cure nuestros males?
El Evangelio de hoy tomado de Lc 18, 9-14, Jesús utilizando la parábola de los dos hombres que habían subido al templo de Jerusalén a orar quiere enseñar a los que le seguían, cual debía ser la condición fundamental para hacer una buena oración. Y dijo: Dos hombres subieron al Templo a orar. Uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, puesto de pie, oraba en su interior de esta manera: "Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros, o como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y doy la décima parte de todas mis entradas Mientras tanto el publicano se quedaba atrás y no se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: "Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador."
Su propósito era el de hacerles ver a los que se creía justos y fieles cumplidores de la ley, que el poseer deseos y ansias desordenadas acentuadas por sus posiciones y poderes, que con sus actitudes no estaban siguiendo la secuencia lógica de la ley al sentir hacia los más necesitados el desprecio. Y les hace ver: Que en cualquier petición a Dios siempre ha de prevalecer la humildad porque a través de ella aflora un ambiente de paz y esto hace a Dios aceptarla, mientras que aquellas que se hace con exigencias y cimentada en cosas suntuosas e innecesarias, Dios no las escucha.
Miremos algo muy importante que nos muestra la parábola, El publicano de pie y a distancia, ni siquiera alzaba los ojos al cielo, sino que golpeaba su pecho, decía: "Oh Dios, ten piedad de este pecador" Lc 18, 13. Él demuestra con ello su humildad y confianza en el amor y la misericordia de Dios
Hermanos, Jesús con la Palabra de hoy quiere que entendamos que cuando oremos lo hagamos con un corazón humilde, arrepentido y humillado, que siente dolor por las ofensas cometidas y no hinchados de orgullo y menosprecio hacia los demás como el del Fariseo. Por tanto, en estos días de la Cuaresma se nos hace necesario reconocer que todos somos iguales y que la humildad nos hace ser signos y testigos de la misericordia de Dios.