domingo, marzo 27, 2022

"Gustad y ver que bueno es el Señor"...Salmo 34.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Domingo 27 de Marzo del 2021

Todos nosotros tenemos mucho del hijo pródigo y del hijo mayor.  Nos parecemos al hijo pródigo: cuando damos la espalda a Dios; cuando cerramos nuestros oídos, nuestro corazón, a la palabra de Dios; cuando buscamos la felicidad lejos de Dios, fuera de la casa del Padre… Pero nos parecemos también al hijo pródigo cuando, reconocemos nuestros errores, nos arrepentimos de ellos y le pedimos perdón a Dios. Nos parecemos al hijo mayor: cuando ponemos la legalidad y el orden por encima del amor; cuando no sabemos perdonar; cuando tenemos fe, pero no amor; si no nos alegramos con el arrepentimiento de otras personas; si nos consideramos perfectos y cumplidores y juzgamos y condenamos a todos los que no son como nosotros.

El Evangelio de hoy tomado de Lc 15, 1-3. 11-32, nos revela la profundidad del amor de Dios mediante una parábola muy significativa que encierra una educación moral que nos ha de  ayudar a reconstruir nuestra vida desde lo más profundo de nuestro ser y a penetrar en ese gran misterio de Dios como un Padre que es Bueno y lleno de Misericordia: La Parábola del Hijo Pródigo.

Dice el texto que un hombre tenía dos hijos y el menor le dice al padre: "Padre dame la parte de la fortuna que me corresponde" y él, les repartió los bienes. A pocos días, el hijo menor reunió todo y emigró a un país lejano donde derrochó su fortuna viviendo una vida desordenada. Cuando gasto todo, sobrevino una carestía  grave en aquel país, y empezó a pasar necesidad. Fue y se puso al servicio de un hacendado del país, el lo envío a sus campos a cuidar  cerdos. Deseaba llenarse el estómago de las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitando pensó: "A cuantos jornaleros de mi padre les sobra el pan mientras yo me muero de hambre. Me pondré en camino a casa de mi padre y le diré...Trátame como uno de tus jornaleros" y se puso en camino a casa de su padre. Estando aún distante, su padre lo divisó y se estremeció. Corriendo, se le echó al cuello y le besó. El hijo le dijo: "Padre, he pecado contra Dios y te he ofendido, ya no merezco hijo tuyo". Pero el padre le dijo a sus sirvientes: "Enseguida, traigan el mejor vestido y vístanlo; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mantenlo. Celebremos un banquete. Porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado" y empezaron la fiesta. Lc 15, 1-3. 11-24.

Como lo podemos percibir en este hermoso texto, Dios expresa la grandeza de su corazón al manifestar: La misericordia con el pecador arrepentido, como también podemos darnos cuenta de la indigencia en la que cae el hombre por vivir del pecado. 

Hermanos, con está bella parábola, veámonos retratados en ese hijo menor  como ingrato pecador que se marcha olvidando a Dios.  Hoy es el Padre Dios quien nos invita a la conversión en este tiempo de la Cuaresma  porque nos quiere recibir y abrazar con su infinito amor.

Señor, ¡qué grande es tu amor y misericordia! Nos identificamos con esos dos hijos del Evangelio que no saben recibir y corresponder a tu amor. Conduce esta oración para que nuestros corazones no se endurezcan y sean dócil a las inspiraciones. Señor, ayúdanos a confiar siempre en tu gran misericordia pero no permitas que abuse de tanto amor.

 
posted by Laureano García Muentes at 5:19 a.m. | Permalink |


0 Comments:


<body>