REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY
Jueves 29 de Agosto del 2019
"DAME LA CABEZA DE JUAN BAUTISTA "
El Señor, nuestro Padre Dios esté siempre presente en nuestros quehaceres diarios y nos impulse a ser fieles servidores del Reino.
Que tanto daño nos hace sentir la Envidia frente a situaciones donde vemos que el hermano progresa y desarrolla su intelecto o obtiene éxitos por su destreza y sus talentos.
En ocasiones estos sentimientos son como esa cerilla que inicia el fuego que enciende la indiferencia y el odio. Estos, como hilos conductores, nos llevan a generar la violencia.
Hoy el Evangelio de Mc 6.17-29 nos narra el episodio sucedido cuando el Rey Herodes había mandado a arrestar a Juan Bautista por la instigación de Herodias, esposa de su hermano Felipe, quien era denunciada frecuentemente por Juan por cometer Adulterio.
Por esa razón, Herodias le tenía rencor y quería darle muerte.
Un banquete fue la ocasión ideal. Estaban allí todos los estamentos del poder: El Rey Herodes, sus dignatarios o gobernadores, sus comandantes militares, la aristocracia y otros más.
Todos, sin excepción terminan sometidos a la voluntad de Herodias incluyendo a su hija quien con su baile sorprendió a los asistentes.
¿Cuantos de nosotros hoy, nos gusta estar metidos en la vida de otros para lograr obtener algún beneficio o favor? ¿Cuantos aprovechan la ocasión de cualquier acto, público o privado para hablar y destruir a personas con chismes inventados y mal pensados?
Actos hipócritas y llenos de odio y egoísmo que permiten aparentar una cerrada amistad y un sometimiento a otros pero en el fondo, con miedo e indiferencia.
Estos actos generan ardor y furia que incitan y promueven la violencia. ¿Cuantas de estas actitudes están causando muerte y destrucción de familias enteras?
"Herodes envió al verdugo con la orden de traer la cabeza de Juan. Este fue y lo decapitó en la prisión y trajo en una bandeja la cabeza y se la entregó a la muchacha y ella, se la entregó a su madre"
Que barbaridad!!!
Pidámosle al Espíritu Santo que nos ayude a no desfallecer a seguir el ejemplo que nos dejó Jesús, siendo humildes y sencillos de corazón dejando a un lado la envidia y el odio que provocan sentimientos violentos.