viernes, diciembre 20, 2024

"Va a entrar el Señor, Él es el Rey de la gloria"...Salmo 24.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Viernes 20 de Diciembre del 2024

La Anunciación del Ángel Gabriel a María, más que un evento histórico, es un llamado continuo a que vivamos con fe, confianza, y un corazón abierto el servicio a la comunidad.

El Evangelio de hoy tomado de Lc 1, 26-38 nos narra La Solemnidad de la Anunciación. La Anunciación recuerda el día en que el Arcángel Gabriel se apareció a María y le reveló la voluntad de Dios de que ella se convirtiera en la Madre del Hijo de Dios.

Este acontecimiento así nos lo narra el texto del Evangelio: "En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:

"Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin". Lc 1,26-34

Este Evangelio nos presenta el momento trascendental de la Anunciación, donde el ángel Gabriel comunica a María que ha sido elegida para ser la madre del Salvador. Esta escena está impregnada de humildad y confianza. 

María, a pesar de su juventud y la incertidumbre que trae el mensaje, responde con una fe inquebrantable: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra". Su aceptación representa un acto total de entrega y de disponibilidad a la voluntad divina y que nos invita a reflexionar sobre cómo respondemos a las llamadas que Dios hace en nuestras vidas. 

Hermanos, la Anunciación nos enseña sobre la fe, la obediencia y la apertura a los planes que Dios tiene para nosotros, incluso cuando no siempre los entendemos. Es un llamado a confiar y a permitir que Su voluntad se realice en nuestras vidas.

Padre de amor y de bondad, alabanza y adoración a Ti, dador de todo bien; hoy recibimos la fuerza y el poder del Espíritu Santo, para que cobijados bajo la sombra del Altísimo, recibamos en nuestros corazones al Hijo de Dios, a Jesús, al Emmanuel, al Dios con nosotros. Que la sombra del Altísimo alcance a cubrir a nuestra familia, descendencia y todo el que se une a esta oración, para que cada uno sea santificado y dispuesto a recibir al Salvador del mundo.

 
posted by Laureano García Muentes at 4:19 a.m. | Permalink |


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