domingo, febrero 19, 2012
CUANDO ACEPTEMOS NUESTROS SUFRIMIENTOS UNIÉNDONOS A JESÚS EN SU CRUZ, NUESTRO DOLOR LLEGARÁ A SER ORACIÓN

Hace unos días me comentaba una amiga sobre la serie de problemas que tenia y que no le encontraba las soluciones. Y me decía: “Me encontraba tan desesperada de lo que me estaba pasando que tuve la necesidad de visitar a mi director espiritual para contarle todo lo que sentía y escuchar de él, sus consejos”. Y me continuaba diciendo: “Yo no recuerdo cual había sido la causa inicial de mi sufrimiento, pero yo nunca me olvidaré de cómo él me respondió cuando de manera sincera le comente sobre ellos: "En vez de ver tu cruz como una maldición, tómala como una bendición". Yo admirada de su respuesta le pregunte: ¿"Cómo"? y el me respondió: "Abrazándola”.

“Mi temor había sido como cargar la cruz, no encontraba por ninguna parte formas de cómo sobrellevara y sabia que si seguía así, me iba a llevar esta situación a un desastre irremediable”.

“Por supuesto que yo estaba equivocada”. Me decía. “Una vez que yo deje de tratar vanamente de deshacerme de ellas, sentía que la carga se hacía mucho más ligera”.
Mira, me decía: “He experimentado la gran fuerza que me ha dado Jesús. Desde la Cruz me ha mirado a los ojos y me ha invitado a que le mire y le conozca”.

“Cuándo nos atrevemos a escucharle e ir aceptando su Palabra notamos que ella se hace vida en nosotros. De verdad, cuando nosotros aceptemos que siempre tendremos a personas en nuestra vida quiénes nos rechazarán, que demandarán demasiado de nosotros, o nos lastimarán de alguna u otra manera, y cuando aceptemos nuestros sufrimientos uniéndonos a Jesús en su cruz, nuestro dolor llegará a ser una oración. Y una vez que hemos hecho esto, alcanzaremos la fuerza de Cristo y la energía para hacer lo que es bueno y cariñoso”.

Es entonces nuestro momento. Cuestionémonos hoy y sinceramente respondamos a esta pregunta: ¿Qué tan ansiosos nos encontramos por resolver nuestras preocupaciones? Es esta pregunta una medida excelente para saber cómo y de qué manera esta nuestra fe en Dios. Y si ella, la tenemos verdaderamente.

A menudo y quizás a muchos nos pasa que en vez de vivir por fe, vivimos por el temor. Tenemos miedo de que si hablamos de Dios abiertamente, los demás nos rechazarán. Tenemos miedo de que si obedecemos a Dios cuando él nos habla por medio de las enseñanzas morales de la Iglesia, la vida será demasiado dura, demasiado desagradable, demasiado incómoda, o demasiado desastrosa.

Tenemos miedo de que si tomamos en serio las escrituras acerca de dar limosna y donamos el diez por ciento de nuestros ingresos a la parroquia y a otras organizaciones de caridad, nosotros acabaremos en la pobreza o, por lo menos, miserables por no comprar tantas cosas materiales como nos gustaría tener.

Jesús explica en un pasaje del Evangelio de San Marcos Cap. 8,34-9,1 que las obras de la fe implican realmente: cargar nuestras cruces por amor a los demás, como Él lo hizo.

No hay trabajo más grande que el de llevar la carga de amar a los que son difíciles de amar a pesar de sus pecados en contra de nosotros. No hay bendición más grande que la de transformar nuestros sufrimientos en una ofrenda a Dios para el beneficio de los que son impíos. Ten en cuenta que no todos los sufrimientos son cruces que debemos soportar; hay buscar el discernimiento por medio de la dirección espiritual y consejería terapéutica de alguien que lleno de Dios nos desea ayudar.

SEÑOR, NOS ABRAZAMOS A TU CRUZ Y CON UN CORAZON HUMILDE TE PEDIMOS NOS FORTALEZCAS PARA ASUMIR Y CARGAR CON NUESTROS PROBLEMAS HACIENDOLES LIBIANOS.
 
posted by Laureano García Muentes at 8:17 a.m. | Permalink |


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