domingo, enero 15, 2012
MADURANDO NUESTRA FE

El relato que nos hace San Lucas en el Cap. 24. 13-35- En el Camino de Emaús- está lleno de curiosidades.

Comienza por presentar a dos de los discípulos de Jesús quienes de regreso al grupo, están contando lo que les había sucedido en el camino y cómo reconocieron a su Maestro “al partir el pan”.

Estando en el camino y llenos de gran pavor, Jesús los sorprende con la palabra en la boca.

¿Parece algo irónico no es así? ¿Nunca nos ha sucedido algo así, que al estar hablando con alguien y comentando sobre una persona determinada, sorpresivamente se nos presenta una persona y sarcásticamente se coloca cerca de nosotros para escuchar lo que decimos? Bueno, ellos estaban entusiasmados comentando toda su experiencia vivida cuando sucede lo inesperado.

Jesús se les presenta y a lo largo del camino les pregunta sobre lo sucedido., y como quien dice, les corta el hilo de su testimonio. Y ellos le reconocen en “la fracción del pan”.

Sin embargo, ahora que vuelven a encontrarse con El, se sienten como sorprendidos, como si su presencia les cortase el aliento. Y comienzan de nuevo a desfigurar el verdadero rostro del resucitado.

De camino lo tomaron como un “viajero” más que se les une y acompaña. En Emaús, le reconocen como el “Crucificado-Resucitado”. Y ahora, lo sienten como un “fantasma”.
Las apariciones de Jesús son como un proceso de conversión de sus mentes, es decir, del Jesús de la vida pública al Jesús resucitado.

Pero una conversión que no les resulta nada fácil.
Sus mentes aún no están habituadas a la nueva presencia de Jesús.

En el Evangelio por otra parte, podemos apreciar que insiste en el hecho de que ellos son “bien tardos en entender las Escrituras”.

Para quien hemos leído y entendido la Escritura, el escándalo de la Pasión y de la Pascua debiera ser mínimo. Pero se ve que no basta con leer la Palabra de Dios. Es preciso entenderla y aprender a leerla luego en la realidad de los acontecimientos de la vida.

El proceso de la fe necesita de tiempo. Requiere tiempo y maduración.
No basta decir “yo creo”. Se requiere un lento proceso de crecimiento.

Y el caso es que este proceso de maduración de la fe implica dos elementos fundamentales: EL CONOCER LA PALABRA DE DIOS Y EL EXPERIMENTAR. Pero ojo tampoco parece suficiente. Hay que unir al conocer la “visión”, el “ver”, el “experimentar”.
De ahí que, en las apariciones, Jesús insiste en dejarse ver, pero también insiste en la explicación de las Escrituras.

¿Y nosotros qué camino seguimos en nuestro proceso de maduración de nuestra fe?

Nosotros recibimos la fe en el Bautismo. Pero sólo en semilla.
Tendrá que crecer. Desarrollarse. Madurar. Una maduración en la que “el saber”, “el conocer”, tendrán que ir acompañados del “ver”, es decir, la “experiencia”.
Hablar de fe sin práctica es hablar de nada. Decir que “yo creo” pero “no practico”, es un engaño.

Por ello, no es suficiente que nos aprendamos de memoria todas las Santas Escrituras si en la Práctica no hacemos nada por la Salvación de los demás. El Señor nos pide Hechos y no Palabras.

SEÑOR, ES HORA DE RECONOCERTE Y PEDIRTE QUE HABITES NUESTROS CORAZONES PARA AUMENTANDO NUESTRA FE NO DUDEMOS UN INSTANTE QUE TU ESTAS EN NOSOTROS TODOS LOS MOMENTOS DE NUESTRA VIDA.
 
posted by Laureano García Muentes at 5:42 a.m. | Permalink |


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