jueves, enero 26, 2012
BUSQUEMOS SER HUMILDES Y SENCILLOS DE CORAZON

Para ser humilde es necesario, mirarse a sí mismo, de cara a Dios y no de cara a los hombres.

Aceptar que somos pequeños ante la grandeza de Dios. Reconocer que no VALEMOS por nosotros mismos, sino porque somos hijos de Dios, porque venimos de Él.

Pensar que cualquier cualidad que tengamos, se las debemos solamente a Dios. Si realmente abrazamos en nuestro corazón esta idea, no puede caber en nuestra alma, el orgullo, la soberbia, el amor propio.
Pensar también que los defectos que tenemos, son porque la naturaleza humana es imperfecta. Todos los hombres tenemos defectos. Lo que es importante es aceptarlos y no negarlos y después trabajar, y luchar por mejorarlos.
¿CÓMO PODREMOS ALCANZAR LA SANTIDAD QUE NOS OFRECE DIOS?

La SANTIDAD QUE NOS OFRECE DIOS, consiste exactamente en aprovechar esas cualidades que El nos da para hacer SU VOLUNTAD, para hacer el bien y en trabajar en nuestros defectos que son obstáculo para lograr esto.

Habernos personas que por fuera aparentamos y fingimos ser humildes, inclinamos la cabeza, buscamos el último lugar, hablamos de nuestros defectos... pero por dentro nos creemos mucho: no cedemos nunca, queremos hacer siempre nuestra voluntad, no aceptamos la crítica de un amigo, ni una corrección de un superior. Aparentamos ser sencillos, pero en nuestro interior siempre andamos sintiéndonos más que los demás. Esta humildad es una humildad fingida, es UNA FALSA HUMILDAD.
Habernos otras personas que nos sentimos de verdad tan poca cosa, que nos da pena si alguien reconoce las cualidades que tenemos, que nos enfocamos exclusivamente en nuestros defectos.
Incluso a veces nos creemos tan humildes que nos sentimos desilusionados, abatidos, desalentados.
ESTO ES HUMILDAD MAL ENTENDIDA.

Fíjate bien, ser humilde no es rechazar las cualidades que tenemos, ¡Claro que las tenemos! Pero las tenemos gracias a Dios y no por mérito propio.
En nuestras manos está el incrementarlas y usarlas para bien.

Es importante reflexionar que ser humildes tampoco significa conformarse con lo que uno es y decir: " como tengo defectos y los reconozco, así me quedaré".
ASI PODEMOS TRABAJAR LA VERDADERA HUMILDAD

La VERDADERA HUMILDAD es reconocer con realismo todo lo bueno y todo lo malo que tenemos, y después tomarlo en mis manos y saber que no podemos hacer solos, nada con ello. Es saber que CON LA AYUDA DE DIOS, podemos aumentar nuestras cualidades y corregir los defectos para poder realizar la VOLUNTAD DE DIOS

CON ESTAS AYUDAS PODEMOS ALCANZAR NUESTRA HUMILDAD

CONTEMPLEMOS A CRISTO humilde. Recordemos que Él, siendo nada más y nada menos que "el Hijo de Dios", siempre fue humilde y sencillo, desde su nacimiento hasta su muerte en la cruz, nunca hizo alarde de todas sus cualidades y poder. Si leemos el Evangelio veremos que Jesús siempre fue sencillo y humilde. Él mismo nos dijo: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón".

Pidamos su ayuda a Dios en la ORACIÓN. Pedirle que nos ayude a ser humildes. Recordemos que, solos nada podemos y que solo con Él todo lo podemos.

Empezar a SERVIR a los demás sin esperar ninguna recompensa o ser alabado por ello.

Siempre que hagamos algo bueno, tratemos de PASARLO DESAPERCIBIDO.

Aprendamos a RECIBIR AYUDA de los demás, aunque me cueste trabajo y procurar dar siempre las gracias.

Decir NO A LA PRESUNCIÓN (tanto de cosas materiales como de nuestras cualidades, nuestras hazañas), en una palabra, tratar de no hablar tanto de uno mismo y escuchar más de los otros.

Hagamos un esfuerzo por observar, descubrir y APRECIAR LAS CUALIDADES DE LOS QUE ME RODEAN (padres, hermanos, familiares, compañeros de trabajo, amigos y enemigos).

Aprender a PEDIR PERDÓN cuando hayamos ofendido a otra persona y a reconocer nuestras faltas frente a los demás cuando nos equivoquemos. Esto no nos hace menos, al contrario, nos hace más valiosos.

Recordar la frase de San Agustín:
"Si; quieres ser grande, comienza por ser pequeño"

Recordemos siempre que La humildad es la madre de muchas de las virtudes y la soberbia de muchos pecados.

SEÑOR, ENSEÑANOS A SER HUMILDES Y SENCILLOS DE CORAZON.
 
posted by Laureano García Muentes at 5:44 a.m. | Permalink |


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