"Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas"...Salmo 47.
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Sábado 21 de Enero del 2022
El Evangelio de hoy nos habla de otro malentendido, con Jesús: el de sus familiares, quienes estaban preocupados porque su nueva vida itinerante les parecía una locura. De hecho, Él se mostraba tan disponible para la gente, sobre todo para los enfermos y pecadores, que ya ni siquiera tenía tiempo para comer. Estaba para la gente. No tenía tiempo ni siquiera para comer. Jesús era así: primero la gente, servir a la gente, ayudar a la gente, enseñar a la gente, curar a la gente. No tenía tiempo ni siquiera para comer
El Evangelio de hoy tomado de Mc 3, 20-21 nos habla de la forma atrayente que tenía Jesús a tal punto, que un día cuando entró en la casa se reunió a su alrededor tanta gente que ni siquiera tenía la posibilidad de comer. Sus familiares cercanos que lo oyeron, salieron a calmarlo, porque decían que estaba sin control. Mc 3, 20-21.
Y es que Jesús era una persona muy apasionada por la misión que le fue encomendada y a muchas personas, eso les incomodaba pues no le entendían ni comprendían lo que decía.
Fue tanta esta situación que hasta su parientes más cercanos se incomodaban y se avergüenzan de Él y creen que había perdido el juicio.
Si, también entre los parientes más cercanos de Jesús hubo incomprensión porque no estaban de acuerdo a su modo de vivir y de predicar. Pero, gracias a María, su madre quien fue fiel a la fe y a su seguimiento logró cambiarles sus pensamientos y estos entraron a formar parte de la comunidad que gestaba Jesús.
Hermanos, este Evangelio nos invita a que revisemos seriamente nuestras actitudes de compromiso con el seguimiento a Jesús; Y con decisión encarnemos la locura del amor de Dios. Practiquemos sus propósitos y hagámonos verdaderos discípulos y testigos de la Misericordia construyendo una sociedad nueva para un mundo nuevo.
Señor, queremos ser testimonio de tu presencia y de quienes se acerquen a tu amor, por ello danos la luz para saber ser ese imán, no para nuestra vanagloria, sino únicamente para proclamar tu gloria.