sábado, enero 28, 2017
¿QUE SORPRESAS ESTAMOS HACIENDO CRECER A NUESTRO ALREDEDOR?

"Esto es lo que pasa con el Reino de Dios," explica Jesús en el pasaje del Evangelio de hoy: dispersamos nuestra fe a nuestro alrededor como semillas cuando intercedemos por los demás, cuando hacemos la voluntad de Dios y compartimos nuestras historias de fe con aquellos que quieran escuchar.Puesto que no podemos hacer que estas semillas germinen y crezcan (sólo Dios puede), somos tomados por sorpresa cuando entramos en el campo y nos topamos de lleno con los tallos maduros.
 
Como cristianos que aceptan la misión que Cristo nos ha dado a nosotros, estamos en sociedad con Dios. Así es el Reino de Dios. Nosotros sembramos, Dios hace crecer. Sin embargo, si olvidamos que es una sociedad, o si dudamos de que Dios se preocupe más por la cosecha que nosotros, o si nos llevamos todo el crédito por lo que hacemos, el Reino de Dios viene por sorpresa.
 
En cualquier dificultad que estés soportando, ¿le has estado pidiendo a Dios que te ayude? ¡Entonces él lo está haciendo!
 
¿Qué has aprendido que ha mejorado tu santidad y ha aumentado tu confianza en Dios? Estas son algunas de las semillas que puedes diseminar. A menudo, estamos tan ocupados mirando la suciedad, que descuidamos de ver lo que está brotando de las semillas que hemos estado sembrando.
 
Todo lo que crece es una intervención milagrosa de Dios. Podríamos regar y fertilizar y quitar la maleza por un millón de años y nada podría crecer a menos que Dios se involucrara. Pero la mayor sorpresa es que lo que más nos disgusta de nuestras dificultades es exactamente lo que Dios utiliza como fertilizante - lo que produce una cosecha maravillosa. (Piensa en el material del cual está hecho el fertilizante. ¡Esa suciedad, olorosa es muy útil!)
 
Como señala la primera lectura de hoy, "recuerda los días pasados cuando soportaste grandes sufrimientos". Aunque debemos hacer todo lo posible para detener el abuso, cuando manejamos las dificultades con el amor de Cristo, produce grandes frutos. No busques atajos o trates de desviarte de los caminos desagradables en los que Dios te está guiando. ¡Algo más valioso te espera adelante!
 
La ayuda de Dios viene a nosotros en el momento mejor y más rápido posible, no un momento antes, sin importar cuánto roguemos por un rápido final para nuestras pruebas.
 
La pregunta no es: "¿por qué yo? ¿Cuánto tiempo debo sufrir así?" Por el contrario, la verdadera pregunta es: "¿Cómo puede usarse esto para ayudar a los demás?" Así es cómo las maldiciones se convierten en bendiciones y la miseria se convierte en alegría.

Dios está produciendo en ti una cosecha de nuevos conocimientos y sanación y santidad que usará como alimento para otros. Tal vez has estado esperando que crezca caña de azúcar de tu maíz. ¡Sorpresa! Tienes un silo repleto de maíz. Este es tu regalo para un mundo espiritualmente hambriento.  

Tomado de: Reflexión de las Buenas Nuevas


 
posted by Laureano García Muentes at 9:40 a.m. | Permalink |


0 Comments:


<body>