Jesús es la razón de nuestra esperanza, no las circunstancias o las
personas de que existen alrededor de nuestra vida. Dios es más grande que tu
peor problema y ojo, tú le importas.
Si, Él realmente se preocupa por ti, por mí y por todos los hombres
sin distinción de raza, religión o clases sociales. Pero muchos nos
equivocamos y lo creemos UN MAGO.¡¡¡Y nos equivocamos!!! Él no tiene una varita
mágica para hacer que todo de repente se convierta en fácil, agradable y feliz.
Les pregunto: ¿Qué santidad aprenderíamos de eso? ¿Y cómo las personas que nos
están causando problemas ganarían humildad?
Si pudiéramos visitar el lejano futuro y detenernos a ver todo lo
ocurrido hacia atrás; todos esos momentos que atravesamos a través de nuestra
vida; y ver las rutas opcionales - una en la que Dios nos lleva por un atajo
hasta el final de nuestros problemas y, otra, en la que caminamos todo el
trayecto a través del valle de sombras al lado de Jesús - sin duda
preferiríamos la segunda. ¡Hay tanto que podemos obtener! bendiciones, triunfos,
crecimiento espiritual, beneficios. Y también para los que están en el viaje con
nosotros, más ministerio que brota de él para que podamos hacer una diferencia
grande ayudando a los demás y, así, sucesivamente.
Sin embargo, morir a nuestro deseo de que todo sea fácil, agradable y
feliz en este momento es, para nosotros, una muerte difícil. Vamos a llorar,
pero el duelo nos va a ayudar a llegar más allá de la alegría de la
resurrección que surge de las penurias.
Todas nuestras muertes (nuestros sufrimientos, humillaciones, rechazos,
persecuciones, falsas acusaciones contra nosotros, pérdida de las personas que
amamos, etc.) siempre resultarán en resurrecciones si seguimos de cerca a
Jesús. Pero en medio del desaliento y la depresión parece imposible, ¿verdad?
Eso es porque, antes de que ocurra la resurrección, no podemos imaginar cómo
Dios va a convertir nuestras muertes diarias en una nueva vida.
Para que Jesús sea nuestra fuente de esperanza tenemos que colocarlo
directamente frente a nosotros y debemos mantener nuestros ojos en Él. Tenemos
que dejar que bloquee nuestra visión de lo que está mal y lo que tememos que
podría salir mal.
Tenemos que dejar que su crucifixión absorba el dolor que estamos
sintiendo. Cuando conectamos nuestros sufrimientos al sacrificio de Cristo,
también conectamos nuestras vidas a su resurrección.
Como dice San Pablo en 1 Corintios 15, 12-20, ¿cómo puedes decir
que no habrá resurrección para ti? Si no hay resurrección, Cristo mismo no ha
resucitado y nuestra fe es inútil, sin sentido.
En lugar de ver la evidencia del sufrimiento y la muerte y usarlas como
prueba de que nuestras vidas no van a mejorar, tenemos que esperar el tiempo
perfecto de Dios para la nueva vida que comienza. Al confiar en Él y seguir su
guía en cada paso del camino, podemos cantar como el salmista "¡Señor,
cuando tu gloria aparezca, mi gozo será completo!"
SEÑOR, TU
MISERICORDIA ES GRANDE. ENSEÑANOS A ESPERAR EN TI